viernes, 31 de diciembre de 2010

FELICIDADES, BUENOS DESEOS O...


Fotografía
de
Abril
de
2004
Comenzaremos por dónde se debe:
A ver: ¿Cómo han conseguido salir de las navideñas fiestas? ¿Indemnes y contentos; algo tocados -física o anímicamente-; algo jodidillos o con algún instinto asesino reprimido aunque con cara de máscara sonriente?
Oigan, allá ustedes. No me importa.
Pero el motivo de esta entrada lo conforma un hecho que suele producirse por estas fechas, antes o después del dichoso 25/12 (todavía hay tarados por ahí que dicen que se celebra "el cumpleaños" del nacimiento de Jesús. Sin comentarios).
El hecho que me sirve de base es el siguiente: He pasado toda mi vida laboral, trabajando en lo que se llama el medio financiero -lo que junto al "Imperio" domina, aguanta, cambia o vomita sobre el pueblo, nosotros, nuestras vidas, nuestros "bienestares, cabreos o miserias-.
El asunto es que, aun trabajando junto con miles de personas -claro: "una gran empresa, hasta con retoques de multinacional"-, resulta que yo -ya jubilado, se puede decir que desde hace diez años-, he quedado con un contacto muy esporádico y con tintes de cariño y colorines de amistad con un grupo de no más allá de 6 ó 7 seres. A veces nos juntamos una vez al año -por Navidad, como mandan los cánones- y otras, además de la ya dicha, cualquier otro día del mes que sea del año; es decir, en ocasiones, dos veces por año. Hace unos años, hasta cuatro de nosotros nos fuimos -naturalmente sin mujeres- tres días a Silos y sus alrededores y resultó un viaje encantador que, al menos yo, no olvidaré fácilmente.
Bien. Hace muy pocos días, nos reunimos a comer seis de este grupo, cinco hombres y una mujer. Dos jubilados y todo el resto, salvo el benjamín del grupo, a punto de irse a casa o porque les toca o porque los Consejos de Administración, en connivencia con el gobierno de turno, están intentanto salvar los dineros del mundo "arrejuntándose" grandes entidades financieras entre sí y pegándose por ver, después del "ajuntamiento", quién queda mandando...En fin.
Señores (neutro) amigos: Y éste es el hecho a destacar:
- Nos saludamos tal que si nos estuviéramos viendo y tratando, todavía, todos los días. De entrada, esto alegra.
- En toda la comida y sobremesa, ¡no sonó ni un puto móvil! (Y debe constar que alguno había con una madre con grave problema físico).
- Apenas se rozó, o en todo caso se trató poco, el asunto laboral o de trabajo, y eso que con la fusión, prejubilaciones, bajas incentivadas y demás inventos del dinerajo, juraría que bastante parte de sus masas grises estaban ocupadas por este tema. (Se habló de cine, de libros, de anécdotas antiguas, de risas riéndonos, de chistes nuevos...) Reinó un ambiente tan agradable que tuvo que saltar el tema de hacer otro viaje ante la pasada buena experiencia del que hicimos a Silos. Esta vez a Valladolid, de donde es el castellano seco y dogmatizante, estupenda persona, del grupo.
Lo siento -o no- por el que discrepe, pero para mí ese próximo pasado día, ha supuesto la auténtica celebración de estas fiestas un tanto odiosas: Antiguos compañeros, casi amigos, en armonía; casi todos sabiendo vida oculta de los otros; risas sinceras, ¡SINCERAS!; brindis verdaderos, auténticos -DE AUTENCIDAD- de seguir estos encuentros e incluso de viajar juntos... Cada quíén que añada o quite lo que quiera. Así me sentí, así lo cuento.
Acabo con deseos para vuestro y mío año que se nos echa encima:
-Aquél (neutro) que guste del buen morapio, del dorado espumoso aunque no lleve bailando y flotanto entre sus burbujas a bellas damiselas cubiertas de, también, doradas escamas o de más fuertes etílicos, aunque bien destilados, salid del año como podáis, ¡pero salid!; aunque sea a rastras. No recuerdo otro año tan apestoso como el que nos deja.
Pero ojo, entrad con suma cautela en el recién nacido 2011; como se parezca en algo a su precedente, la jodimos tia Paca. No estará de más adoptar todas las medidas de precaución que se puedan, de todo tipo. Para ir quitándoselas y quedar felizmente en bolas danzando al viento en lo alto de una meseta con un bellísimo valle al fondo, siempre habrá tiempo... Bueno, si es que no nos lo roban, también.
A apañarse como cada uno pueda, buena gente, en el 2011.
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano

martes, 28 de diciembre de 2010

REVOLTIJO CABREADO.


Fotografía de MAYO 2005 - ALATOZ
Ayer, no más que ayer, mira tú, había llegado hasta la hora de comer (según la modernez europea "el almuerzo") con un contento sorprendente y agradable. Había resuelto, por la mañana, asuntos domésticos, vanales y sin gran importancia. (Esto a un jubililado le da mucha marcha). Hasta va y comí bien, con gusto, regusto y los correspondientes chupitos de orujo de postre... ¡Cago en todo!
Llegué al sofá, le di el tonto botón de encendido de la consabida caja tonta, por ver las noticias/animaladas que el humano había pergeñado desde la noche anterior.
¡Ay, Dios! No iré por orden sino según me rebotan en la cavidad craneal...:
- Creo que ustedes/vosotros sois conocedores de que en España, Valencia y en concreto Castellón, albergamos a uno de los mayores sinvergüenzas y caraduras que nuestra especie puede parir. Tiene un alto, bastante alto cargo en esa provincia. No sé, estaba imputado y pendiente de juicio de unos 10 ó 12 cargos -¿me he pasado o no he llegado?- Este tipo tiene la suerte de que en su país, el nuestro, España y sus comunidades tienen una Justicia de pena o de risa, ya no lo sé.
Salen los señores magistrados y proclaman, sin ningún rubor ni cagalera, que unos 7 u 8 cargos han sido sobreseídos porque han prescrito.
Veamos, la habilidad de los abogados de este elemento han conseguido liar hasta tal punto a nuestros listísimos jueces que han ido pasando los años hasta no poder meterle mano y retorcerle bien los huevos -sin perdón-.
Atención: La noticia televisiva dice, más o menos -hablo de memoria- "... los jueces reconocen que ¡DELITO SÍ QUE HA EXISTIDO!, pero, como la que dice, ¡ay, se me ha pasado de fuego..." Después la parlanchina noticiera dice que el fiscal va a recurrir esta resolución (¡qué menos, coño, piensa uno!)
El pantallazo siguiente, nos muestra, detrás de unos micrófonos a un aliñado, de buena parla pero con impresentables y vomitivos parlamentos, a un tal "Gonzáles Pons "pepé" diciéndole a toda España ¡¡CÓMO SE HA DEMOSTRADO LA INOCENCIA DEL SR. FABRA!!... ¡Como "pa no cagá en un mes!. Muy poco después sale otro "pepero" -lamento mi memoria, no recuerdo quién era- proclamando !cómo, de qué manera y rápido, "los medios" y "otros partidos" debían ir corriendo de rodillas a perdirle perdón al Sr. Fabra.
Después de llorar con rabia lo que de pandereta queda en nuestra España, agarré un cabreo que me atragantó dos sorbetes de orujo.
(Tenga Vd., amable que me lee, algún insignificante lio de unos cuantos euros con Hacienda, y si no acaba embargado o en la cárcel, me llama, por favor, sí, a modo de protector de mi sufrido estómago)
Segunda: Repté por el sofá, me colgué de la lámpara y, cual hombre araña, casi quedo colgado o pegado del techo.
Me sacan a un superafeitado, guapetón y empindongado Obispo de Alcalá, (España) dogmatizando muy seriamente que, más o menos -ya digo, largo de memoria- sobre la llamada violencia de género y ¡AFIRMANDO! que la mayor incidencia de esta lamentable lacra se da entre las uniones no bendecidas por el matrimonio canónigo, es decir, que si a usted no lo ha casado un cura -puede que pederasta- ante una multitud de gente sudando en un templo que no hace más que maldecir a los novios por elegir Julio o Agosto para esta ceremonia, y que no hacen más que recordar que, ¡joder, por no ir pronto, la "lista de boda" estaba casi vacía y les costó un huevo "el cubierto", que ya veremos lo que nos dan..., pues eso, que si no es así, usted está desarmado ante la tentación de, a la mínima regañina, darle pasaporte a la parienta... No supe cómo reaccionar; creo que estuve enajenado unos momentos. Medianamente tranquilo, de nuevo en el sofá, miré a mi santa por si ella me hacía alguna seña o me contaba de algún sonoro cataclismo reciente... Nada, como si nada. Bueno, todavía no me había repuesto cuando mi santa esposa, sin dirigirse a mi, como hablándole a la pantalla, como que murmuraba:..."¿pero este tio es imbécil...?" Entonces supe que sí, que mi traumatismo había tenido su motivo.
Luego, la simpática parlanchina de buen busto -vaya que sí- siguió con las noticias que le habían puesto en el guión... ¡toma la guinda, chalado! ¡¡La electricidad sube como un 9%, el gas sobre un 3% y pico!! Sólo le faltó decir, "y ustedes, cuidadanos, amables televidentes se van a tomar por culo", y si pasa frio o calor para poder comerse una patata hervida, se jode y asunto concluido... Mejor me callo ya.
¡Tan bien que había comenzado el día!
Me acosté bastante inquieto a pesar de la pastillita de los cojones.
Como dice el señor Mota: ¡Ay, señor, llévame pronto"
Y yo añado: ¡Por favor, que alguien me explique esta mi España o la limpie de mierda y mierdas!
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano

sábado, 25 de diciembre de 2010

FE DE VERGONZOSA ERRATA.

En la entrada titulada "AL SOCAIRE DE IR VIVIENDO", tengo una monumental metida de pata:
Donde se hace mención "al 98 del siglo de los 1900", "debería decir "DE LOS AÑOS 1800" .
Humildemente, lo siento.
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano.

viernes, 24 de diciembre de 2010

QUE LA VIDA NO ME SEA INDIFERENTE


Nuevo robo o plagio: Título: verso de una canción de Ana Belén pero cuyo texto no es de ella. Perdón al anónimo autor. Y otra viñeta que le hurto a EL ROTO, siempre genial.
Ya que estamos en estas fechas en las que casi por obligación hay que removerse el sentimiento, y no más pensar en lo que de bueno tiene o puede tener el mundo (¡al que primero dé con algo, ¡premio gordo!), yo os invito a un pensamiento que, según nuestro mundo actual puede considerarse "productivo", pero según las buenas conciencias enjundiosas que, es probable que este noche suelten, en plan escandaloso, un villancico mal entonado, mal cantado pero, eso sí, muy alegre, sí, que no se priven, mas en tanto cantan que recuerden que, a pesar del día y todas sus alegrías de "grandes superficies" y cenas contra la salud, muchos millones de personas y, lo peor, niños que ni siquiera saben que nuestro mundo occidental y norteño existe y sólo siguen con su imagen de mocos, llantos de un silencio abrumador y moscas por todo su rostro de enormes ojos que no entienden nada, y lo que menos su sufrimiento.
(Yo soy así, lo siento. El que me quiera que me coja y el que no... ¡así me importa!)
La viñeta de EL ROTO nos debe recordar de forma clara la razón de que uno de los hijos de la joven María y el carpintero José, tuvo que nacer en Belén, así, sin pensarlo ni buscarlo, el grande Jesús de Nazaret. Tan sólo sus padres huían de una ley bárbara de un rey judio (CONVIENE ESTA ACLARACIÓN: NO SOY ANTISEMITA Y HE LLEGAGO HASTA EL LLANTO O LEYENDO ALGÚN LIBRO O VISIONANDO UNA PELÍCULA SOBRE SUCESOS DEL HOLOCAUSTO). Y bueno, alguien puede pensar que aquella atroz ley del animal Herodes a fin de cuentas iba contra su propio pueblo, y de él, contra los más inocentes. No vale; no me vale.
El pueblo judío ha sufrido lo indecible (aunque hoy ya esté todo dicho y -casi- todo visto -o con excepcionales reproducciones cinematográficas o documentales rescatados para bien y vergüenza de la humanidad, nosotros-).
Pero ahora viene mi recado para vosotros, amigos, amiguetes, gentes amabilísimas que les da por leerme (por fortuna hay gustos para todo): Todo ese sufrimiento de años y años del pueblo judío, ¿le otorga algún derecho para que ahora ellos maltraten y, tal parece, quieran extinguir, persigan la extinción del pueblo palestino? ¿Qué mal han hecho los judios a los palestinos, salvo que protestarán -muy lógicamente- primero a gritos y luego a lo bestia con armas y cohetes, porque unos señores, finalizada la segunda guerra mundial, repantigados y con puro en la boca decidieran que Palestina debía desalojar parte de su territorio para que lo ocuparan los sufridos judios, que, por otro lado lado, nada más posaron sus plantas allí dejaron de ser sufridos y se convirtieron en prepotentes y poderosos, arropados por "El Imperio"?
Buenas gentes, lo siento. Éstas son mis formas de de desearos "lo mejor" en estas fechas dominadas por un tremendo paganismo, y ese lo mejor es y será siempre no olvidar, de nadie absolutamente, los orígenes, algo como un fleco de "memoria histórica" (con perdón y sin ánimo de molestar a nadie)
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano

jueves, 23 de diciembre de 2010

AL SOCAIRE DEL IR VIVIENDO.


"Pilila y felpudito a punto de congelación"
Fotografía en Diciembre de 2010. El Invierno empujando al Otoño en el patio de mi casa en ALATOZ -que no es "particular", porque es alquilada-
Ando a la espera de que acudan a mis meninges escribidoras las ideas oportunas y, sobre todo, acertadas para dar el puntillazo al tema entrañable del "bar de mi esquina". Pero ocurre que la inspiración es sumamante borde, y requiere que desde que te levantas hasta que te acuestas debes estar pendiente y concentrado en esta jodida pantalla a ver si te viene a las mientes algo decente que escribir.
No he estado en tal posición. A veces le he dado unos quince o veinte minutos de tiempo, pero, por lo visto, mi mente, la parte culta de mi mente, no estaba receptiva. Es decir que sigo, o seguimos, sin darle para el arrastre, al toro para que en el desholladero lo destripen en canal y se nos muestren esas últimas tripas que nos quedan por oler y despreciar, eso sí, no antes de analizarlas...

Pero bueno, uno, cada uno, siempre lleva dentro una especie de diablillo.
Yo, aunque no lo parezca soy uno de esos pocos a los que les preocupa España (¿Esto no ocurría en el 98 del siglo de los años 1900?).
Así pues, vacía la cabeza de ideas entretenidas y llena de tormentas y follones variados, os/les dejo un tema a ustedes/vosotros, cual es:
¿¡Qué cojones se puede hacer con España -no sé de Vds./vosotros, pero sí por mí, querida España!? ¿Es que no han nacido en nuestro rico terruño especímenes capaces de dirigir nación tan hermosa? ¿Qué cojones hacen los actuales capitostes -gobierno de risa y oposición ridícula- todavía con representación sin que hasta hoy los hayamos empujado a todos hacia cualquier acantilado y que se los trague el mar de una puta vez...?
Amigos o amiguetes, en tanto se me ocurre algo más agradable, por favor, pensad en España y la puta gente -ojo,golpes de pecho al canto- que entre unos y otros HEMOS elegido para que se "peguen en el parlamento y, lo peor, sin ningún mierda que nombre, como mínimo la palabra solemne de ESPAÑA..." ¡A tomar por el culo, hombre!

Siento la explosión. Hasta pronto.

DESVENCIJADO

viernes, 3 de diciembre de 2010

ALIENTOS DEL BAR DE MI ESQUINA


Fotografía de Agosto 2010.
En esta buhardilla de "mi escape" -Alatoz-, casi
ambientada y decorada por entero por mí, he pasado
ratos magníficos, escribiendo.
De los millones de palabras, miles de frases y también
miles de hojas, por mí escritas, en este rincón,
podría jurar que, al menos, 30 ó 50 de ellas, las
he parido buenas de verdad, pura literatura.

No quiero dejar pasar la ocasión sin comentar, a propósito de lo que en este blog pueda haber de "literatura", el llamar o ilustarar al gentío o descubrir o informar de uno de los grandes pecados capitales de los españoles que ningún sesudo intelectual ni comenta ni analiza: "LOS ESPAÑOLES SOMOS ESPECIALISTAS EN PRACTICAR LA LLAMADA "IGNORANCIA ATREVIDA" que esencialmente consiste en dogmatizar sobre lo que no se tiene ni puta idea. (No sé si llegará el mensaje a quien debe, aunque por teléfono ya se lo he dicho).


EL ALIENTO DEL BAR DE MI ESQUINA

Viene M.A. hacia mí. Con premura. El local está lleno. Yo me he situado en mi rincón (“el rincón del villano”, les digo, rememorando a Lope).
Llega a un lugar, no más a dos metros de mi mesilla, en que debe decidir. Un joven grandón, en un taburete, además de su gran humanidad, ha ocupado un espacio “espacial” excesivamente exagerado.
M.A. no cabe, no puede pasar. Viéndola, intuyo, que no ha pensado en el quiebro mágico que las mujeres dan a su cuerpo cuando el momento lo requiere. Claro, de frente no cabe. No tiene exageración de caderas, pero sí es mujer bien construida: De frente, o rompe muro (que no puede), o le da un huesazo de cadera al okupa del espacio y lo hunde en su almuerzo (¿un vino; un cruasán; un bocata tostadito y calentito de beicon, sobrasada y queso; el postre de carajillo…?). El tipo es un abusón: Se merece un buen caderazo. María Ángeles, como siempre, opta por las buenas formas y la excelente educación, máxime cuando está rigiendo un local de restauración que dirige ella y en el que siempre, apurada o ligera, y con amplia sonrisa, pero siempre con mesurados pero rápidos movimientos, acompañan sus andares, tanto detrás de la barra como cuando con platos en ambas manos se dirige a servir cafés o bocadillos a las mesillas parlanchinas. Tal es que María Ángeles decide por su posición de perfil (bonita, por cierto), y por con las manos en alto y cargadas, pasar entre la espalda del grandón y la pared… (¡Qué más soñara él con el roce, duro y blando -¡que cosas, ¿eh?! No es contradicción… ¡Es así, este dichoso roce!. Lo peor de este roce, creo yo, es que las hembras lo saben; ay!-).
Me sirve el servicio (¡que frase tan redicha, ¿no?!)
¿Cómo se puede definir el gesto de una mujer de rostro atractivo/ serio/amable/sonriente/urgente pero sin contagiar “estreses”/agradable/seco de firmeza, no de antipatía/grácil y veloz… ¿A ver, ¿quién puede definirlo? No obstante, yo, mirón de sentimientos, no me he fijado en nada de lo que me ha dejado en la mesa. No más que la he estado mirando a su rostro, su gesto, el brillo de sus ojos, su desparpajo, su ligereza… Creo que sí, que el rumor es cierto: María Ángeles está enamorada… (Ah, ahora ya, cada cuál imagine y elucubre…-menos algunos malandrines de su confianza que, seguro, ya sabrán hasta identidades-).
En estas horas tan españolas del tentempié, cortado de café o pequeño bocata en regla, de todo currelante hispano –o de casi todos; raros hay en todos los lados- el bar de mi esquina suele estar lleno, barra y mesillas; así, por esta cuestión, desde la temprana apertura hasta allá 11,30 ó 12 horas, (justo a.m., así, a lo fino, porque uno, de vez en cuando, se enrola en la corriente agilipollada y, además, no le hace ni puto caso a la RAE con el cuento reciente que han armado, “tilde, ahora en esto no, hala… etc.”), cuenta con la ayuda de una ecuatoriana, guapetona, toda ella redondita, simpática y atenta, sí señor: Patricia; hijos allá en su tierra al cuidado de su mamá, y para adonde manda todo el dinero que puede de lo que gana en España. Buena inmigrante.
En ocasiones, hay en el local una rubia de pequeña estatura y peinada a lo cola de caballo cimarrón indomable que fue empleada, se hizo amiga, ha quedado en amiga y a la mínima anda por allí ayudando en barra o sirviendo mesas. Debo ir con tiento al hablar de este pequeño frasco de esencia. Empezaré diciendo que no me he atrevido nunca a pedirle posados para mi máquina, muy voyeur ella, de fotografiar (ojo, siempre he pensado sólo en la cara; si bien, aunque totalmente vestida y tapada y puesta a mi disposición en poses y demás , creo, conseguiría buenas o buenísimas fotos de esta criatura. Vamos por partes: No sé si lo aprecia mucha gente que la ve o conoce, pero para mí, sin ninguna duda, su muy agradable rostro tira hacia la belleza de la hermosa Barbra Streisand, que no sé si se escribe así, pero sólo con su rostro y su culo (con perdón; pero conste que el de la famosa actriz está calificado como uno de los más hermosos del Holliwood), son como un calco concentrado de la citada, y por mí admirada, Barbra. Por no faltar, no le falta ni esa mirada clara, segura de sí, dominante y de azul endemoniado, es decir, cautivador. Esta mujer, bueno sí, pequeña en estatura, pero grandiosa en el moldeado y sin ningún escamoteo de cubierta de materia para el esqueleto de sus curvas, se llama María (seudónimo -por si se enfada-). Además, creo ver en ella una virtud, para mí muy preciada en estas mujeres bellas, cual es el que a pesar de “saberse de sobra lo que su rostro atrae y sus anverso y reverso arrastran” –ojo, también porque ella los ciñe adecuadamente para glorioso beneficio de amantes de la belleza de las formas femeninas-; pues bien, decía que aún siendo ella muy consciente de los remolinos que levanta, tan bien lo lleva y disimula que tal parece que no lo sepa.
Creo he dado cumplida reseña de las delicatessen femeninas que atienden el bar de mi esquina. (Puedo seguir y ampliar si lo quieren, ¿eh?).

Antes de sentarme en mi villano rincón, he saludado con afecto al VIGÍA Lancelot, situado en su esquina privilegiada desde la que domina todo el local, incluyendo las entradas y salidas del excusado femenino (Vds. perdonen una reflexión: ¿por qué se llama “excusado”? ¿Debe alguien pedir excusas por necesitar en cualquier momento dado –apretón imprevisto o próstata viejales- visitar estos reductos, auténticos ambientes de encalmar y dosificar soberbias y vanidades humanas? –ya saben el dicho: en este lugar hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente-. No sé; hay expresiones y cosas muy extrañas en la vida. Algún día las entenderé. O no, como todo). Bien, decía que desde su puesto, Lancelot El Vigía, domina el ambiente del bar de mi esquina, todo menos el rincón donde yo me aposento para introducirme en el cuerpo, -por la boca,¿eh?-, un estupendo bocata de atún con aceitunas; claro que él, El Vigía, desde su puesto poco tiene que vigilar en la zona, ciega para él, en la que yo me aposento: total, villanías en taburete y la puerta del otro excusado, el de los señores (que, por cierto, María Ángeles, ha sufrido desde hace tiempo el descubrimiento de que, todavía, todos los “señores” no son en absoluto ni señores ni caballeros, ni, por supuesto, tienen puntería).
Lancelot ( sus ocupaciones, no el miedo a un posible enfado suyo, merecen el anonimato) es un hombre corpulento y alto (todos los que superan mi estatura, para mí son altos, cosa nada difícil) sin llegar en absoluto a fondón. Cigarrillo entre sus dedos, gran café con leche en la barra; él, siempre tieso y en pie, como dispuesto en todo momento a la acción. Detrás de sus gafas de concha negra está la mirada, siempre vigilante, del abogado, del criminalista, del investigador, del… (ya, ¿qué más, amigo Lancelot? Y aún sigue estudiando especialidades de su rama, acudiendo a clases en la Universidad y haciendo cada vez más gruesas las paredes de su casa, forrándolas de enjundiosas obras que yo no sé si podría leer, así como, creo, alguna que otra obrita “normal”, literatura de entretenimiento. Su casa, con los años, parecerá la sala de espera de un dentista, llena de cuadros que enmarcarán títulos o acreditaciones de seminarios y cursos o masters mil, y eso que anda en guerra fría –a veces algo caliente- desde hace mucho con las secretarías y administraciones de las Universidades), todo en comunión continuada con una cierta sonrisa que aseguraría no se le borra ni cuando duerme; es decir, todo lo de antes expuesto se dulcifica si uno lo mira de frente a su amable rostro, al negro y tupido cepillo de su bigote, y encima aguarda sólo un poco el sonido de alguna socarronería propia del valenciano paellero (no sé si es nacido en Valencia, pero lo merece): “Oye, M.A., ponme algo fresquito; tranquila, ¿eh?, sin prisas… ¡Pero, oye, ¿va o no va?!.”: A modo de ejemplo de las chanzas de este hombre, que va soltando con, sólo, apuntes de sonrisa. Típico del buen sentido del humor. Sobran risotadas y carcajadas estentóreas. Buen carácter, sin duda; trabajo, estudio, familia –con esposa, claro-, y algunas cosas más… Y le queda tiempo para mezclar cervecita o café con leche con buen humor.
Hoy, delante de mí, en su mesilla, dos señoritas (como diría Umbral) habituales. Sé que una de ellas trabaja en la sucursal de un banco cercano; la otra en una empresa, que ha cobrado mucha fuerza, de alquiler de coches, furgonetas y camionetas sin conductor (es decir, cosa rara hoy, pero la empresa sigue yendo bien). No me dicen nada extraordinario ninguna de las dos –claro está que tampoco espero que mis “presencia y apostura” les dé a ellas arrebato incontenible alguno; yo sólo describo ambientes y sentimientos propios-. Toda mi vida trabajando en la dichosa banca, a la primera, se la descubre en seguida: Rostro agradable; vestida de Zara, trajes de chaqueta con pantalón, modernos o similares, pero, ay, su rostro, aun siendo agradable, aun estando en tranquilidad engullendo su descanso laboral con café y cruasán, no irradia ni la más mínima chispa. Debe ser la directora de la sucursal –no lo sé, ojo-. Sí, esboza alguna sonrisa, pero con entintado pragmático, como si estuviera intentando venderle a su amiga de mesilla alguna imposición a plazo fijo, no sé… Muchos años en una profesión, deforman.. La otra, la de los automóviles de alquiler, lo siento, no me dice absolutamente nada, salvo que debe ser cortés, no sé si agradable, en el trato. Esta segunda más moderna en la vestimenta y complementos.
Seamos sinceros: ante este último retrato tan gris oscuro, uno debe reconocer que tampoco mi persona o presencia les importará una higa a ellas. ¿Se me acepta el débil “mea culpa”?
De pronto uno ve o nota que un batiente de la puerta de entrada se abre y entra, como un soplo veloz, un viento arrasador y, a la vez, amable. El sonido de un móvil hace presente la borrosa figura de un ser que, al ir frenando para “darle” al móvil que suena respetuosa o adecuada respuesta, se materializa. Es, cómo no, El Gestor (también seudónimo; no sé, ni se lo pienso preguntar nunca, “qué gestiona y, sobre todo, a quiénes gestiona sus intereses, cosas o cositas”. Chitón. Yo, siempre callado e ignorante). Este Gestor es un tipo de apariencia –cuando consigue paralizar un poco sus nervios- más que agradable. Alguna hembra diría aquí que “vaya, no está nada mal este tío”. Pues sí, tiene su guapeza y unos toques en el rostro de un muy fino bigotillo y una perilla de una –no sé cómo lo consigue- modesta, pequeña y hasta humilde aunque tupida pelambre que, adereza el rostro normalmente moreno y de ojos azulados/claros y de miel, no sé bien. –el color de ojos, siempre; no “normalmente” ¿Se sobreentendía? Es que hay mucho cazador de gazapos- , decorándolo con un toque gris sin llegar a canoso. Ojos rientes siempre. En los momentos en que ríe sin freno, su rostro es desmesuradamente amable. Cuando consigue pararse, saca el móvil más rápido que Billi el Niño y sale afuera para tener mejor cobertura y hablar libre de oídos curiosones. Antes ha pedido uno de sus varios reconstituyentes con los que mantiene el ritmo frenético que lleva en su trabajo: más o menos, medio vaso de vino blanco. Si no te cuenta algún chiste –que nunca sabré ni cómo le da tiempo- cuando vas a saludarlo, ya está saliendo, con la misma velocidad con la que entró. En este brevísimo tiempo, de verlo y no verlo y, a veces, poderle decir, “Ye, hola, Gestor” puede haber conseguido fumarse dos o tres cigarrillos. Xe, lo que yo diga, un genio de la velocidad y los nervios por “defuera”. (Pienso, a veces, que si no les diera escape, ya, sin duda, lo habrían reventado). Cuenten Vds. el tiempo más mínimo que un trabajador, muy atareado o estresado, puede disponer para descargar algo de adrenalina. ¿Ya? Pues menos aún gasta El Gestor en sus visitas al bar de mi esquina para reponer algo de sus energías. Y conste que no exagero.
Un día descubrí uno de sus varios encantos. Este tipo guaperas casó hace no mucho con una bonita hembra. (Bien, rectificaremos lo de “no mucho”: Ya tienen descendencia, cosa que, por otro lado, no hace más que apoyar mi teoría sobre él en cuanto a “las prisas” o, digamos, “apretones por hacer lo que hay que hacer” cuanto antes, hale, ya está, ya tenemos hijo; a pensar rápido si queremos otro…) El encanto que le presencié algo sorprendido y atontado, todo a un tiempo, es que muchos días llega a su oficina, en mi misma acera y la del bar de mi esquina, acompañado de su esposa y descendencia. Aparca el coche –atención, amigos-, baja él, da la vuelta a su automóvil y ¡abre la puerta a su esposa y, hasta cierto punto, porque ella es joven, la ayuda a bajar!. Después, ya con su pareja a salvo en la acera, él se ocupa de bajar del habitáculo la sillita que su hijo/hija en ella acoplado. Vamos a ver, gente amable, ¿cuántos de nosotros, que nos llamamos caballeros, seguimos practicando esta delicadeza con nuestras parejas? (Lo siento, pero es que yo, aunque a tanto no llegue, soy un enamorado de estas magníficas y delicadas formas de finales del XIX y principios del XX que más que ridiculizar a un hombre, siempre, siempre lo engrandecen… aunque luego, en casa, quién sabe, si la tortilla no está en su punto puedan soltarle un guantazo al objeto de sus públicas gentilezas –cosa, por otro lado que me imagino totalmente improbable en mi Gestor-).
Otra cuestión a destacar en este destajista del trabajo “a toda pastilla” es su facilidad para los chistes rápidos y desternillantes. Yo, particularmente, debo confesar que en ocasiones me río por contagio irremediable: Me explico. Con su gesto ya riente –seguramente pensando en lo que nos va a contar- nos suelta uno de sus chascarrillos rápidos: Con la última palabra, él mismo, el tío, ya está doblado por la risa que aunque sin estridencias aún da más color a su rostro. Lo siento, querido Gestor, pero, aunque pocas, he tenido ocasiones en las que me he reído contagiado de tu espasmo, porque, sigo sintiéndolo, tu velocidad en la corta narración, no me ha dejado captar “el quid” del contenido.
El tipo este también es bastante gourmet, y así, cuando le da, convoca una minúscula reunión y trae vino de categoría y unos platos de charcutería o preparados por él… Entonces es cuando, por primera vez en la mañana, Lancelot suelta su frase favorita: “Si es que el mundo es para cuatro… (M.Ángeles, El Gestor, Lancelot mismo y yo)”.
Es importante decir que en estos momentos, no es que desconecte su móvil, sino que lo pone en el modo “silencio” (siempre su educación), porque de lo contrario su compañía sería como siempre: no te da ni tiempo a decirle un “hola, Gestor,” en toda regla: su móvil lo obliga a salir: conversación cortada y vinillo sin terminar… Todo un personaje, xe.
Mientras tanto, Lancelot observa, oye y, de vez en vez, suelta alguna de las suyas, que éstas sí las entiendo siempre y, en ocasiones, me atraganta el sorbo de vino o cerveza.
María Ángeles siempre sonriente –o con risa abierta-, junto con nosotros si el trabajo le permite el descanso y fumarse algún cigarrillo con tranquilidad.
Más o menos, y siempre según mi subjetivo captar, éste es el ambiente, en tanto dura mi pequeño bocata y mis dos chupitos o hasta allá las 12 del mediodía.
Dentro de un rato, hacia las 13,30 (p.m. -hay que seguir con la estupidez-) bajaré posiblemente de nuevo –aunque hay días en los que fallo- a por una cerveza- observar, no hablar mucho y tratar de transmitirles a los amables lectores que les de por asomarse a este blog otro diferente y, sin embargo, parecido aliento. Los personajes cambiamos poco o nada. Pero sí aparecen en escena nuevos –nuevos en este relato; más antiguos que yo en el local bastantes de ellos-.
Au, hasta luego.

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Nada más servirme M.Ángeles la cerveza, ya sola, sin ayuda a estas horas, puede aparecer por la puerta, Miguel, El Vera, torero de plata medio retirado, aunque no deja de vestirse de vez en cuando con algún novillero neófito y, si se presenta, con un torero de alternativa. Está en forma y ágil, el tío.
Este torero fraguó casi toda su carrera profesional por tierras catalanas. Está ahora afincado en Valencia y es granadino, me parece que de Las Alpujarras, cuyo acento de esas hermosas y bravas serranías no se le ha caído de su parla y donde manifiesta tener un pequeño o mediano cortijo. O grande, no lo sé. Dado que se mantiene el tipo tieso, alto y fuerte, con andares largos y seguros y, si lo observas de lejos –al menos yo, influido o no por conocer su media historia-, inmediatamente lo imagino vestido de de palo rosa y plata, de verde oliva y plata, de granate y plata… lo que sea…, con su chaquetilla chula, su taleguilla ceñida marcando paquete, su capote desplegado, su danza masculina y femenina a un tiempo para llevar al susto negro zaíno con cuernos astifinos adonde el maestro le ha pedido, pero sus andares, con vaqueros y un suéter casi gritan pidiendo sustitución por un vestido acorde con su apostura de torero en toda regla (debo aclarar para quien no me haya seguido desde el principio en este blog, que ya declaré mi amor enamorado de los Toros y mis cerca de 25 años abonado en la Plaza de Valencia. Vale con esto, no se esfuerce nadie, hay que irse bastante hacia atrás. Ahí está bien explicado el porqué de que hoy en día ya no acuda a las corridas de toros, aunque siga sintiéndolas como uno de los ritos, de vida y muerte, más bellos y hondos del mundo).
Este hombre, claro, más alto que yo, más joven y, por supuesto con más figura que la mía –arrugada sobre un taburete sorbiendo de una cerveza-, nada más entrar, después de saludar, le dice a M.A. al tiempo que señala mi lugar en la barra y estirando un dedo índice larguísimo: “A ver, ponle a este amigo otra cerveza” (Siempre me han llamado la atención, además de todo él, los dedos larguísimos de El Vera. Antes se decía que éstos eran dedos de pianista; yo, en él, digo que son dedos de buen coger y clavar los palitroques, esas banderillas que quedan en lo alto, cuadrando ante la cara del toro, y dejan al morlaco como asombrado viendo irse con donaire, rápido o garboso, al que le ha infligido esos picotazos que siente en su morrillo.
De este Miguel Vera, “El Vera” , poco tengo que contar –lo trato menos-; sólo que me parece un tipo honesto, claro y directo, eso sí, macho, macho, machista, y que disfruto cuando entra y nos enredamos a largar de toros y toreros. Como profesional metido entre bambalinas de la fiesta sabe mil historias de toreros, recatadas, íntimas u ocultas que me cuenta. Yo sólo puedo meter baza en cuanto sale el arte o las formas toreras de este o aquel maestro, figura o figurita. Pero paso un rato maravilloso rememorando mi afición robada por el mundo podrido que se incrusta en cualquier medio y acabó por perderle el respeto al animal más bello del mundo –El Toro- en beneficio de unos cuantos euros más por corrida.
No más un problema: que la charla con El Vera me entusiasma, pero también, por el otro lado andan Lancelot y El Gestor con risas y bromas, que tanto necesito. En ocasiones me parece sentir como si mis orejas se separaran de mi cabezota y cada una fuese al centro de conversación de cada grupo. Y es que todos me interesan. De todos puedo aprender, siempre.
Cuando no tiene trabajo, también aparece a estas horas Carlos, El Abogado bohemio, pero… me está doliendo la espalda, y preveo que con Carlos y alguien más suelto que me queda, necesito más tiempo de lo que el puto dolor me va a permitir, así que… hasta luego, hasta mañana…¡o yo qué sé cuándo!
No vemos, gente amable.
Decía yo que de vez en vez aparece Carlos, El Abogado bohemio. Lo llamo así porque primero, realmente es Abogado, pero más cierto es que lo suyo es el arte vanguardista y la noche –sin que esto último suene a libelo-. Carlos, literalmente ama la fotografía y toda la pintura que sueña podría pintar. Pertenece, o se puede incluir, en un grupo seudointelectual o, sin más, intelectual, que hacían sus reuniones, libaciones, sesudas reflexiones y discusiones y fiestorros, por los años 70/80 en Valencia (no voy a explicar nada para toda persona que aquí se asome sobre el cierto agitado ambiente cultural que la Valencia de entonces se reunía, casi exclusivamente, en dos lúdicos y culturales locales: Cafetería Madrid y Café Malvarrosa, ubicados uno muy cerca del otro en el mismo centro de Valencia, cerca de lo que en estas capitales se suele tomar como kilómetro cero (en Valencia, la Plaza de la Reina). El amigo Carlos se enrolaba, y con ellos quedó enrolado, aunque durante largo tiempo han permanecido sin apenas haberse visto y tenido contacto, en los de La Malvarrosa (al menos en el nombre, más valenciano, más “sorollista y blasquiano”).
(Hace muy poco, en otro lugar de Valencia, el Café Malvarrosa, cual Ave Fénix, ha renacido con un local agradable en el que conviven, sin apenas distancia y menos separación, lo lúdico del buen trago con seriedades/alegres literaturas, fotografías y pinturas, eso sí, dominando las vanguardias. Ahí casi todas las semanas tienen una programación de presentación de libros, exposiciones de pintura o fotografía, lecturas de poemas, etc., etc. En fin, para mí, amable y atractivo)
En una de las primeras conversaciones de mediano/largo recorrido que mantuve con Carlos, ante vasos de cervezas, cuyo rubianco contenido, como por arte de magia, se iba renovando en cuanto bajaba el nivel, surgió el choque vocacional de nuestras sendas inclinaciones. Y es que el único problema intelectual que nos separa un pelín es que Carlos Gisbert, con apellido y todo, tal como es conocido en el mundo/mundillo intelectual de Valencia, es nuestra predilección por las expresiones del arte. Yo, no lo puedo remediar, soy bastante figurativo aunque sin llegar al realismo o hiperrealismo; Carlos, aunque también admira esto, se decide siempre por lo “raro”, la “sorpresa” que desde una fotografía o una pintura te lanza un artista a la cara y que debes tardar un rato, pequeño o grande, en entender la obra o identificar su contenido o su mensaje o su literalidad; en definitiva, él tira mucho a las vanguardias –a veces “muy vanguardistas”-; yo no. No obstante esto, su cultura y formación siempre prevalecen y las conversaciones con él me llenan, me llevan a un mundo en el que quise entrar y no pude. En estos días Carlos está trabajando, como Abogado, claro, en un centro hospitalario de la Comunidad pero alejado de Valencia. Apenas nos vemos. Y, en ocasiones, lo echo de menos, porque, entre otras cosas ya apuntadas, tampoco carece del buen humor socarrón del auténtico y buen valenciano.
Hoy, he visto a la lectora ya anteriormente nombrada, cuyo nombre ya sé: Amparo. Nombre muy valenciano y que corresponde con su hablar cerrado en este idioma.
Algunos viernes aparece, un poco más allá de estas horas, Fernando. La crisis y sus consecuencia lo llevó lejos del barrio. Es un currante de corbata, viajero y peleón con la vida que no olvida el bar de mi esquina. No puedo andar con remilgos, este hombre, de un carácter excelente, lleva encima, siempre un humor y alegría extraordinarios (como diría un castizo: como darle por el culo a los embates de este perra vida) Con éste tampoco puedo disimular, el tipo es gordo sin paliativo, con poblada barba ceniza, algo coloradote y, por todo este entramado, saliéndole siempre la sonrisa, el gesto amable. Ocurre con él que no es gordo “blandón”, de carnes sueltas y bailonas. Sólo tocándole el brazo uno ya sabe que el resto es magra pura y ejercitada. De hecho, juega al frontón todas las semanas. En mis buenos tiempos (¿cuándo fue eso?) yo he llegado a jugar al frontón con gente corpulenta como mi Fernando. La verdad, esta clase de gente, no sé qué narices de ciencia tienen que, por lo visto, para no tener que mover mucho su corpachón, tienen la sabia ciencia de estar siempre colocados en la pìsta en el lugar perfecto. Sin apenas moverse, te devuelven las pelotas y hacen sofocarse de firme a “los delgaditos” que contra ellos juegan. No lo sé, no lo he visto jugar. Pero aseguraría que no me equivoco.

En un momento dado, a estas horas, entra Paco, con su bolsa, su bocadillo pequeño, su –quiera o no- aire pícaro, su muy agradable humanidad, su… su entrañable presencia. A veces aún tengo tiempo de charlar un rato con él. Otras, casi me tengo que ir ya.

La sonrisa, el calor en el corazón y el buen ánimo me duran un rato. Vuelvo hacia mi asumida cotidianidad… La bonanza del aliento del bar de mi esquina me dura hasta poco después de comer, cuando empiezo a dar cabezadas en el momento en el que los telediarios te escupen frases y noticias de nuestra nefasta clase política…
Sólo me queda entrar en un forzado duermevela y esperar a que, al día siguiente, pueda respirar de nuevo el aliento del bar de mi esquina.

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano.