Fotografía de Septiembre de 2002
El matojo del sotomonte
no es aquella zarza del tal Moisés.
No se inflama,
no revienta en explosión
de llamas y luz...
Y yo, sigo sin ver claro...
En ocasiones aisladas, aunque con cierta frecuencia, aparece por el "bar de mi esquina", un agente de la autoridad local. Nunca de uniforme.
Teniendo en cuenta mis años, o sea, la época en que creció y se desarrolló mi infancia y mi adolescencia, tuve un tiempo en que costaba admitir que estos tipos fuesen hombres "normales" (no se debe olvidar que de pasar de, siempre, correr delante de ellos, a tomarte un café codo con codo con uno de los actuales, sin que se te vaya nada "patabajo", sino todo lo contrario, con amabilidad, buen estar, simpatía, etecé, significa para los de mi edad un trecho que tuvo tiempos, afortunadamente pasados, en que no se podía soñar en acercar, llegar o cruzar.
Encima, este hombre -vamos a llamarle "A", por aquello del anonimato a que obliga su función pública-, tiene una jeta de buen hombre, de "pacifista", de hombre que "va solicitando" que le pidan favores que, primero, uno, si no se lo dicen, jamás se imagina su trabajo, y muchísimo menos, vamos, ni en el peor de los sueños, lo puede uno imaginar con la porra en alto a punto de descargarla sobre la cabezota de cualquier manifestante... Cómo diría yo, xe... sin más, tiene tal pinta de buenazo que no se le puede adivinar embroncado o cabreado ni con nadie ni con multitudes varias.
Otro buen "decorado" para "el bar de mi esquina".
¿Cómo, a veces me pregunto, puede hoy en día caerme tan repajoleramente mal, ese tipo que fue presidente de nuestra maltratada España que va y se llama Josémari "Aznar"?
En sus inicios, pues bien, yo -siempre hablo por mí, exclusivamente- hasta lo veía bien y con buenas decisiones... ¡Ay, Dios, la cagamos!
Sus últimos años de mandato ya fue mudando la piel, pero, ah, nada más dimitir -no nos engañemos, algo de listillo tiene, se vio venir el cotarro que lo amenazaba- se dio a lo más fácil de cualquier función pública o civil o privada: la crítica, cuanto más ácida mejor y con el mejor atuendo de representación, pose y puesta en escena. Soberbia, engolamiento, sentencias ex-cátedra, salvador de patrias -menuda experiencia para España-, con una presencia estética algo asquerosilla, con esos parlamentos sin movimientos de labios ni de ojos ni de comisuras (¡¡Cuidado, gente que me escucha, que YO soy el que soy!!) Por carecer, el hombrecito, ni se ha buscado un asesor de imagen. Veamos, el hombre, qué le vamos a hacer, como muchos españoles "antiguos" es bajito -de aquí, la mala leche de España: que el gentío es bajito; ya saben el dicho: la mala leche no nos deja crecer-. El tal asesor de imagen bien le podría aconsejar que se olvide un poco de sus pequeños abdominales y cuide o cambie de peluquero. Su cabeza, su peinado..., xe, es que da un poco de asquito, repelús, no sé. Que se busque acompañantes o guardaespalditas de su estatura; las cámaras tienen que cazarlo desde lo alto, en medio de gigantes y él estirando el cuello.
Que alguien le diga que, normalmente, al hablar, se mueven algo, un poquito aunque sea, los labios y que éstos también sirven para sonreír; no se sonríe sólo achinando los ojos... pero, pero, por Dios, que le digan que no llene los estadios o polideportivos de sus atronadoras tonterías, memeces y ofertas para salvar España "¡si lo nocesita!", y por encima de todo, ¡COJONES, QUE NO CRITIQUE NI POLÍTICAS NI EVOLUCIONES DE SU PAÍS, QUE SE SUPONE QUE QUIERE, SE SUPONE DADO QUE QUISO GOBERNARLO! ¿No tiene ya bastante con sus conferencias y el último cargo que le han dado en un consejo de una de las empresas grandes ladronas de España -Endesa, Gas, Iberdrola, tanto da; otra se la han dado a "el otro", ¡hay que joderse!- ¿Por qué el rey -con minúscula según los desvaríos de nuestra RAE-, nuestro Juan Carlos no le dice alguna vez: "A ver, Josémari, ¿por qué no te callas?".
Algún otro día, también se presenta en "el bar de mi esquina" otro agente de la autoridad (Se le conoce por un sobrenombre -apodo- que yo, claro, no voy a decir. La misma razón me guía que para "A") Tampoco lo he visto nunca uniformado. Me dicen que es "una bellísima persona". Pero... Qué quieren que les diga. Acepto que se puede ser "una bellísima persona" con una cara de bruto impresionante y de piel no cetrina sino oscura, agitanada y el gesto labial coronado por negrísimo bigote. No suele tomarse un café, sino algún lingotazo. Su hablar es duro, como de tratar de contínuo con gente del lumpen o desheredada (según sus sentimientos, escojan el adjetivo). Fuerte tono de voz, también... No recuerdo su nombre -lo veo poco-; sí su apodo, que me lo voy a callar, claro.
Lo que son las impresiones que calan en las gentes de otros a quiénes no has tratado mucho: Delante de éste, él amenazándome con la porra y yo en el suelo, antes de recibir el porrazo, sólo de verle el gesto o, a lo simple, su cara, ya me he desvanecido, con brecha y todo en mi coco.
¿Se me puede explicar de qué se ríe el Sr. Rodríguez -sí, coño, el Zapatero-? Yo no le he oído nunca ningún chascarrillo. Sin embargo, el tio se monda, de oreja a oreja, cuando habla del paro, de que te va a joder un poco más con el IVA, de que las futuras pensiones -por ejemplo de mis hijos- serán una pura -o puta- mierda como no espabilen con planes privados y enciendan una vela diaria para que los timen o -mejor, según pasa en esta España- los roben, los dejen en bolas.
Este hombre, para mí, no es que necesite un asesor de imagen, que también, sino un asesor de TODO. Sobre todo alguien que le diga que, tal vez, el dicho de "una retirada a tiempo es una victoria", si reza mucho a su enemiga MARIESPE, que debe haber hecho algún favor a los cielos (sí, también según la RAE, con minúscula), para seguir tiesa por Madrid y dando guerra, quizás, quién sabe, si se retira, puede que salve la cara de algún buen guantazo de algún padre desesperado, hambriento y con prole llorando todo el día. ¡Hombre, váyase usted a la mierda! (Siento no tener la esmerada educación de "aznarín" con aquello de "váyase, Sr. González". ¿A que se puso pesadito el "caballerete", tal como lo calificó Fidel Castro?
Por el "bar de mi esquina", también circulan dos caballeros (sus edades y modales merecen este apelativo) de, digamos, avanzada edad. El que más jodidillo está, "sólo" cuenta 84 tacos de nada. Se apoya en bastón para andar y está delgado como si lo hubieran chupado -sangre y de todo-. Aun así, su gesto es sonriente, amable y, sobre todo educado. No lo puedo remediar, pero a mí me parece que su rato en el "bar de mi esquina" es un gran premio de recreo que él mismo se asigna (¿Su nombre? No importa, le llamaremos "I") A "I" lo que más le gusta es el cafetito y fumar, fumar y más fumar. Un día le pregunté. Me dijo: "Ah, sí; hace mucho tiempo que me han prohibido fumar. Llevo el bastón por el intenso dolor que de vez en cuando me da en la pantorrilla", ("claudicación intermitente" o falta de riego sanguíneo por la dureza que la nicotina y demás componentes del tabaco le han llenado los rios y riachuelos por los que su sangre circula. Lo padeció mi bien recordado padre, y él sabe que puede llegar a la gravedad de tener que ir cortándole dedos, pie, piernas... Me callé. Simplemente lo entendí, tal como él dice, "ni esto, ni aquello ni lo otro, bah...") No molesta. Es un hombre educado. Y yo creo que éste su recreo diario, algo lo anima a seguir viviendo cuando tan cerca imagina su marcha.
Hace pareja con otro hombre, también mayor, del que no sé su edad pero sí su adustez (no sé cómo se sientan juntos). De este último sé algo de su pasado: Cargo de bastante importancia en una entidad financiera, pero éste señor no se salvó del contagio. Mantiene su estiramiento y trato de disimulada pero cierta distancia. En la banca pasa esto: Llegado a cierta altura hay quien se contagía (no se crean, no más de soberbía e imbecilidad, nada bueno) y hay quien sale indemne. No obstante, se puede tratar con él, hasta con buen tono y educación.
Hoy, ambos, tienen su problema con la ley "antifumeteo" que se ha sacado de la manga nuestro muy europeo gobierno. Uno, el primero, con sus cigarrillos, se abriga lo que puede y sale a la calle a fumar: el otro, el "elevado" era de puro. Apestaba la pequeñez del habitáculo del "bar de mi esquina". Según el sol valenciano, ahora, a veces, o lo veo aunque sentado manteniendo su tiesura, fumando afuera. Si no, no sé qué hace con los puros (y que nadie piense cosas raras).
Me caía bien Artur Mas, y la generalidad de los políticos catalanes. Atención, sólo "la generalidad", porque, como en todas partes, hay cada imbécil que tira de espaldas (bien es cierto que han ido desapareciendo).
Su fácil verborrea, hasta elegante. La continuidad de su parlamento, sin dudas, sin miles de repeticiones, puntos y respiros para pensar lo siguiente a decir. Su claridad al exponer sus ideas... En fin, me caía bien.
Últimamente, para mí, ha perdido. Veamos: Hasta que no "ocurra algo", Cataluña es España y forma parte del estado español cuya lengua oficial es el español. Y yo admiraré siempre a todo catalán que "dentro de su ámbito y audiencia" cultive y cuide su lengua. Lo que no soporto, es que un político catalán de su envergadura, si ve que delante de él tiene micrófonos para llegar a TODA España, tengamos que leer sus respuestas en traducción simultánea de "letreritos" en la pantalla. No, Sr. Mas; si usted habla para toda España, hágalo en español. Seguro que todo el mundo lo entiende mejor y seguirán aplaudiéndolo. ¿Que no? Vale. La cagan los medios de comunicación y usted se comporta como un perfecto maleducado. (¿Vd. o los suyos no se esfuerzan cuando un "guiri" les pregunta por alguna dirección o monumento en contestarle en su idioma? Ese pájado que le pregunta no se ha esforzado lo más mínimo, para visitar España, en aprender el español. Y usted se esfuerza en darle señas en "SU" idioma, no en catalán ni español.
Es algo muy absurdo y que, como tantas cosas, no entiendo.
Cansado he quedado, vive Dios. Mas no sé si de pensar o escribir -bueno, teclear. Escribir siempre será dedos apretando plumín o pluma y grafiar sobre blanco folio-.
Qué estúpidez de despedida, ¿no, señores?
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano