martes, 12 de marzo de 2013

VENTARRONES DE LA VIDA.



Fotografía de DICIEMBRE de 1992


VENTARRONES DE LA VIDA.


NO,

lucecitas, velitas y sus llamitas,

¡NO!

Uno hubiera necesitado

una gran hoguera ardiendo

y crepitando.

Lo de muchas velitas

con sus llamitas...

¡NO!


El ventarrón del mundo

va apagando esas llamitas,

una a una.


De pronto te vas quedando

 a oscuras, con muchas sombras,

casi a ciegas...

y es que esa hoguera, 

(que no es tal sino un montón de llamitas)

ya no alumbra.

Un día miras al altar

de las velitas...

¡casi todas las echas a faltar!


Pero es que tanta oscuridad

te vuelve ciego,

de físico y sentimiento.

Y te invade el frío.

El buen astro Sol

hace lo que puede,

nos da luz, cierto calor,

pero... ¿¡hervor!?

No. No nos llega.


En el ramo de velas humeantes,

aparte de los pequeños

humos que el viento se lleva,

alcanzo a ver:

algún rojo,

alguna lucecita de brasa

en la punta de la mecha

de algunas velas...

Soplo para que se aviven, pero no...


Yo pido, "limosneo":

¡¿Nadie me presta un rescoldo;

nadie la astilla de un leño de cepa,

una astilla pequeña y negra,

¡quemada!

pero con un punto de ardor de fuego?!


¿Nadie, NINGUNA buena hembra

acerca a los míos sus labios...

¡¿aunque no me toquen...?!

¡Su cercanía, me prendería!

Seguro que la llama resurgiría...


Todos lo saben,

la sequedad mata, y...

¡Así estoy yo, secándome!



DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
(En uno de tantos malos días, esta vez el  12 Marzo de 2013)