domingo, 9 de marzo de 2014

EL NIÑO QUE NACIÓ SABIO



Fotografía de primeros de Marzo de 2014
(Parque del Oeste-Valencia)


CUENTO FIGURACIÓN -con algo de ortodoxia, pero no mucha- DE SUCESOS HISTÓRICOS - o casi- que  todavía siguen queriendo hacernos tragar.




El niño, bucles dorados su ensortijado pelo y poco más allá de los 3 añitos, jugaba muy entretenido, con las hierbas y plantas del sotobosque algo crecido ya, es decir, apenas se le veía su dorada cabeza.

El patear de unos cascos de cuadrúpedo y algunas voces le hicieron levantar la cabeza y atención de sus juegos, rama quiero, espiga no quiero, y en este plan.

Habló primero el grandote que abría la marcha, desde allá arriba, montado en una especie de caballo pero con jiba y sin parar de mover su boca y unos "dientazos" del carajo (un poco más mayor me dijeron que a esos bichos se los llama camellos) y que se pasan el día entero masticando: es decir -ya más mayor me lo aclararon  - lo que no paran es de ingerir lo que quiera que éstos animalotes tragan, lo almacenan y más tarde cuando les viene en gana, lo regurgitan y, hala, dale a masticar otra vez) Estos animales deben de tener mandíbulas de piedra.

Entre el revoltijo de enormes bigotes entretejido con larga y espesa barba, como es normal debía tener la boca el personaje, pues de entre esa maraña de leve color rojizo sonó la voz preguntando:

- ¿Sabrás tú, criatura,  indicarnos si llevamos buen camino para llegar al villorrio de BELÉN? Es que hace tan hermoso día, y tan claro que, a veces, perdemos de vista la estrella.
- Es bueno el camino que llevan. Cuando crean que se acaba, la senda rodea ese monte bajito y se toparán con las primeras casas. Pero... si allí "¡no hay ná!"
- Vale, gracias, niño, aunque debías estar enterado de que hace un tiempo relativamente corto, alguien muy grande, -que lo será, seguro-, y su grandeza llenará el mundo ha nacido en ese humilde pueblo.

El niño, desde su posición en cuclillas, miraba allá arriba la imponente humanidad de aquel ser vestido tan ricamente . Poco a poco al crío se le iba abriendo la boca con el labio de abajo cayéndole hacía hacia su mentón.

Acto seguido, la caravana, reinició la marcha, dedicándole un cariñoso saludo de despedida al niño.
Ya algo lejanas las ancas del último caballo del cortejo, el niño -que ya es hora de decir su nombre: JESÚS- con un respingo se levantó de un salto. Recordó todo agolpado los cuentos de su madre, la joven MARÍA, de su padre el rudo y bonachón carpintero JOSÉ -por cierto con varios dedos machacados por martillazos de mala puntería-, que sostenía sus años maduros apoyado en un largo y tosco palo a modo de estirado y fuerte y largo bastón.
Cuando llegó a su "casi-casucha", lo primero que notó es el tufo o pestazo que venía del fondo del recinto con el piso de barro duro y paja, donde casi dormitaban un burro y una mula. 
Lo paró de golpe un gesto un tanto duro de su padre JOSÉ.

- Dónde andabas, pillastre. Tus hermanos ya están reunidos aquí al lado y tú, hale... ¡Si viene gente importante por ti!
-  ¡¿Ya estamos, padre, con esos cuentos vuestros?!

María, la madre, dulce y bellísima, aseó a Jesús y saneó lo que pudo un jergón. Lo acostó y lo tapó todo lo que pudo...
- Pero, mamá, si es un pequeña tropa de tipos raros, vestidos con riquezas, pero si he estado hablando con ellos hace un rato...
¡Hay, Dios mío, este crío! -casi rezó MARÍA- y prosiguió en voz alta.
- ¡Vale, Jesús, tápate todo lo que puedas y, oye bien, "como si estuvieras dormidito"

- Vaya palo, murmuró Jesús...
-  ¡A callar! -tronó JOSÉ.

El primero que vio entrar JESÚS por entre los pliegues de su cobija fue al último, un negro enorme con exagerado turbante que entró luciendo una blanquísima sonrisa; luego otro, también de vistosa vestimenta y, por último al enorme hombre de la barba rojiza que le había hablado desde lo alto de esa especie de raro jamelgo que montaba.
-!Qué raro -dijo este último-; esos bucles que le salen del camastro son parecidísimos a los del niño que nos mostró e indicó el camino, ¿no, amigos?.
Jesús se arrebujó aún más.
Luego vino un barullo enorme entre pastores y gentes diversas que llenaron su pequeña estancia.
JOSÉ, el padre, sonreía socialmente. La hermosa MARÍA, la madre, era toda ella una luz de felicidad. JESÚS, ya estaba hasta la coronilla de tanta gente en su cuarto... ¡Encima, va y algunos cantaban!

Pasado un buen rato, JESÚS, a través de los mantos y mantas que lo cubrían, volvió a escuchar el silencio, sólo roto por el follón que sus hermanos andaban haciendo por el patio entre nubecillas de polvo.
Se despabiló JESÚS y se dio cuenta de que a los pies de su jergón habían amontonado un montoncito de ofrendas: Un cabritillo, una oveja... pero, le llamaron mucho la atención dos cofres y una minúscula caja de marquetería de preciosa artesanía.

-Mira, JESÚS, cuantas cosas te han traído.
-¿Algún día, mamá, me explicarás todo esto a qué viene?
-¡Hijo, qué desabrido eres, por Dios!
-¿El que dices que es mi padre o mi noble carpintero al que por tal tengo...?
- ¡Calla! Mira, este pequeño cofre está lleno de oro...
- ¿Y no lo podrían haber traído antes y estaríamos todos mejor y más cómodos en una limpia pensión?
- ¡Dios! ¿Aguantaré yo a este hijo? Anda, calla y mira: Aquí hay incienso.
- ¡Hombre, el mejor regalo. Anda, mamá, quema un poco, a ver si se va un poco el olor de esas dos bestias del fondo!
María, la dulce, resopló de nuevo con paciencia y siguió: "Y éste contiene mirra para certificar tu calidad de hombre humano"
- !Anda ya! - Se tocó y soltó: ¿Y de eso todavía nadie se había dado cuenta? ¡Manda níscalos!.

MARÍA, la madre dulce y bella, cogió una pequeña rabieta:

-¡ Bien, qué haces después del paripé que !tanto te ha entusiasmado! ¿Te levantas a jugar con tus hermanos o qué ?
- Voy a juntarme con ellos, que están armando un jaleo que para qué. Y, oye, "mami bonita", dile a toda la otra tropa que se lleven sus balidos y cánticos a otro lado, ¡pero lejos! ¡Vaya murga!


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Pasaron varios años más y nuestro JESÚS  fue creciendo físicamente y en sabiduría.
Con la sabiduría dejó patidififusos en una ocasión a los doctores del Templo por sus razonamientos y muy profundo conocimiento de la Ley de Dios que sus padres, MARÍA Y JOSÉ le habían enseñado.
Por lo demás, ayudaba a su padre en lo que podía, aunque de vez en cuando se machacara un dedo de "equivocado" martillazo.
En alguna ocasión también dejó asombrados a los mismos doctores del templo por su clarividencia y distintas interpretaciones, siendo tan niño, de la Ley de Dios...

Pero he aquí, que los vagos de entonces o los listillos de después, nos lo hacen desaparecer desde los 12 años hasta los 30 tacos, pudiendo ya con todo el mundo, en físico (que no utilizaba) e intelecto.

Dicen, y por algún libro se lee, que todos esos años, oculto a los mundanales acontecimientos, anduvo viviendo con el pueblo ESENIO, gente muy docta en ciencias avanzadas y casi emparentada con los egipcios.

Un tal SAULO DE TARSO, por buen nombre posterior SAN PABLO , ya se encargó de organizar debidamente, de acuerdo con sus conocimientos de administrador y, peor, recaudador, el armazón de  la IGLESIA CATÓLICA que hoy por hoy tanto poder tiene y tanto nos aplasta.


DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
9 de Marzo de 2014 (que para alguno que aprecio sigue siendo AÑO PUTO)