domingo, 19 de octubre de 2014

ELOGIO DE LO TAURINO (Cuarta parte)


ELOGIO DE LO TAURINO (El auténtico)

CUARTA PARTE (Y espero que última)


(Portada del catálogo de 1950, heredado de mi padre)

Directamente, a los conceptos:

-HUMILLAR: No me gusta esta palabra asignada a la acción del toro en el momento de embestir. No más hay que observar bien la salida del toro de chiqueros: O corretea por todo el círculo del ruedo babeando las tablas, agachando la testuz en el momento en que cualquier capote asoma por un burladero, o cuando, orgulloso de sí mismo, se emplaza en el centro del ruedo con la cabeza bien alta, nerviosa y punteando cielos y nubes con sus pitones. Parece desafiar: !Aquí estoy, qué pasa, quién quiere pelea!
No, el toro bravo no  "humilla" sino que baja su testuz para embestir con sus defensas y armas de ataque a un tiempo por delante: su cornamenta, las puntas de sus pitones con la colosal fuerza con que sus riñones lo empujan.

-EL AFEITADO: Es una de las manipulaciones más vil que se le pueda practicar a un toro de lidia. Cuando salta el toro a la plaza y se nota esta cuestión, es una de las ocasiones en las que el aficionado protesta con su griterío.  Se ha mermado de manera infame la integridad de uno de los contendientes de la pelea con gran ventaja para el otro, el torero. Me explico: Es sabido que cuando una persona ya adulta pierde una mano, un brazo, físicamente queda sin tal extremidad, pero su cerebro, y por mucho tiempo, sigue dictando órdenes de acción al miembro ya inexistente. Así el toro "siente" que sus cuernos, desde la cepa hasta la punta de los pitones, tienen equis extensión con la que nació y fue creciendo, una concreta largura, de ahí que cuando derrote hacia cuerpo del torrero, hacia el engaño o esté persiguiéndolo, el animal, todavía consciente del alcance de sus pitones, dé la cornada al aire y no a su objetivo.
Es toda una operación de artesanía criminal el dichoso afeitado (acortarle los cuernos al toro).
Se le inmoviliza y, a lo rústico, se le sierran así como cuatro o cinco dedos -quizás más- de las puntas. Después viene la tarea del "artesano": Limar y limar hasta conseguir que los cuernos vuelvan a tener "sus puntas". Pone el toque de gracia con pintura o betún negras dando a esas puntas nuevas la apariencia de las cortadas. Muy infame todo. También vuela por los tendidos esta sospecha cuando el toro al topar con las tablas o con el peto de los caballos de picar, las puntas se "escobillan". Tenía yo un vecino de asiento en el tendido que era agricultor de Sueca y tenía algo de ganado. Me decía este hombre: "Va, cojones; coges una buena maza y por más que le des a la punta de lo pitones, no se "esmochan"; va, !pues no es duro eso... ¿me cuentan a mí, hombre?!" 

La DISTANCIA: Ya dije que el toro tiene poca visión y nublada. La mirada de cada ojo va acercándose hasta converger a un metro o metro y medio de su cara. Es en ese punto donde el bicho ve claro el bulto y a partir de él una panorámica mas clara y real.
A mí, y a muchos aficionados, no nos va "el encimismo", ese colocarse el maestro entre los cuernos del toro, de perfil o de frente, tanto da, y haciendo lo que llaman ahora "el péndulo" que consiste en mover la muleta y enseñarla a uno y otro pitón, pero eso, enseñarla, sin sacudirla. Sí, son momentos quizás emocionantes porque el animal, si no está del todo dominado, puede mover en cualquier momento la cabeza... y atropellar al diestro; pero el torero, en ello le va su integridad física, "sabe de toros y sus cosas"; cuando se cansa de hacer ese "péndulo", sacude la muleta acompañando a veces el gesto de un "!eh, toro!", ahí sí arranca el toro porque la muleta al menos por un ojo la ve, y si lo cita con el trapo algo retrasado, el noble animal la sigue aunque muchas veces el torero tenga que sacar el culo para retrasar su muslo, su femoral y su "paquete".
El cite más ortodoxo es el que se hace de frente, con la muleta plana adelantándola hacia el toro y a esa distancia en la que el animal "ve".


(Cromo que figura en el Catálogo citado al principio)

La suerte de PICAR  o TERCIO DE VARAS: Es el primer momento en el que se hace brotar la sangre del toro, pero picando al toro como se debe: en todo lo alto del morrillo (espalda de la res a poca distancia de donde comienza el cuello), lugar en el que el toro tiene abundante molla y ningún hueso tan cerca al que la pica pueda llegar y dañar. También es el momento en el que se oye la primera gran bronca del público, si es que no se ha producido nada más salir el toro por estar cojo, excesivamente blando de manos o reparado de la vista (lo de "bizco" se refiere a los cuernos, tener uno más alto que otro. Se dice: es toro bizco de "tal", el cuerno que se sitúa más bajo que el otro), o, yo lo he visto: como con una "melopea" enorme que lo hace balancearse e incluso caerse (con esto viene la sospecha de "la droga". Algo le han puesto en el abrevadero). Es esta suerte importante para el lidiador pues ve atentamente cómo se comporta el toro,
Es algo precioso cuando un picador enfrenta el pecho de su montura a la cara del toro y lo provoca levantando la pica y voceando. Si el animal se arranca trotando desde más allá de la segunda raya hacia el picador, que está atrás de la primera, llega el encuentro, se ladea el caballo y la pica acierta donde debe, en lo más alto, deviene la primera ovación emocionada para el montado. Por desgracia, lo más común es la bronca porque hay muy pocos buenos varilargueros, es una mayoría los que pueden dejar caer la pica hasta en la columna del toro (lo pueden descordar) o en las costillas. Esto, el mal picar, también resta poder el toro frente a su matador. El picarlo persigue descongestionar al toro. 
En la ilustración que muestra el cromo arriba inserto, se aprecia la antigüedad de la fiesta y sus paulatinas reformas: El jaco, además de ser flacucho, no lleva el peto/coraza que se implantó después. En los inicios de la Fiesta, el jamelgo no llevaba protección y el picador debía de tener una gran fuerza en el brazo para aguantar la colosal fuerza del toro mientras lo picaba, cosa prácticamente imposible, con lo que después de esta suerte, quedaban en el ruedo varios cadáveres de caballos destripados.
Hoy, los caballos, además de pesar bastante más, llevan ese peto/coraza que creo no lo atravesaría una bala.
(Por cierto, el padre del malogrado MANOLO MONTOLIU, fue un extraordinario picador, muy aplaudido en sus intervenciones y obligado a saludar quitándose el castoreño (sombrero típico del picador).

No tengo remedio, Con este capítulo todavía no acabo. Me queda un a modo de epílogo/conclusión.
Mientras tanto, sonriamos un poco:

Se encuentran frente a frente un caracol y una babosa. Le suelta el caracol:
- ¿Que a ti también te han desahuciado? 


Una viñeta de EL ROTO, gran humorista gráfico, que vale por todo un extenso artículo de la actualidad:


Nos veremos, buena gente,

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
19 Octubre 2014


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