martes, 7 de junio de 2011

HUMANO - HUMANIDAD.



Fotografía de Setbre. de 1993 (Peñíscola) Me acompañaba este "amorcillo" en sombras. Toda la fotografía promete, hasta la espera fumando de la figura misteriosa. El fondo/escenario se te viene encima, piensa pasar por encima de la figura, arrastrarla hasta mí y con esa calidez de un amanecer ya crecidito, alcanzarte, envolverte, llevarte volando casi inconsciente pero inmensamente feliz... Recuerdo, ay, demasiado bien, que todo se cumplió.


Es una escena tan humana, tan con humanidad, que no me he resistido a escanearla y ofrecerosla.


-Definiciones de "HUMANO": He seleccionado pocas:

a) ...el ser humano no es más que un primate, un mamífero de enorme éxito evolutivo...

Se dice del humano que es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y le echa la culpa a la piedra...

El ser humano constituye desde el punto de vista biológico una especie animal bajo la denominación científica de "Homo sapiens"...


-Definiciones de "HUMANIDAD": He seleccionado las que me interesan para el discursito que pretendo:

a) Cualidad de la persona humanitaria que siente afecto, comprensión o compasión hacia los demás (humanitarismo).

Condición de "persona" o ser humano.


Allá vamos:

¿De verdad no véis en la foto, en su fondo, en su figura, la cualidad de "humanidad"? ¿No se imagina -casi se nota- el anhelo, el amor de pura humanidad del que disparó el objetivo?

Intentaré ser breve: Todo este rollo anterior viene a cuento de que, entre mis múltiples disconformidades y dolores de cabeza que me causa el vivir, cada vez noto más la falta de "humanidad", esa cualidad indispensable que debe portar todo aquél que aspire a que lo llamen humano:

Veo y oigo mundos increíble y desesperadamente separados por nortes y sures, es decir, gentes que más o menos conseguimos vivir y otros que nos miran con ojos saltones, sin pestañeo, vientres hinchados, mocos y saliva llenos de moscas y, lo peor, cuando los vemos, quizás ya estén enterrados...

No, no pretendo caer de nuevo en este discurso, que ya se toma por demagógico -¡AUNQUE NO DEJE DE SER VERDADERO Y VERGONZOSO!-

Todo esto viene a cuento por el hecho de que hace, más o menos un mes, un querido visitante y amigo de este blog, lanzó aquí todo el dolor de su llanto hiriente por la muerte de su perra (no mascota; ni mentarle este adjetivo). Conocí y traté a LUKA, la perra del amigo. En casos como éste, en que, además, tango amigos que tienen perros, me siento especialmente tocado. Ellos siempre han tratado a sus animales como tales, como perros, nada de lazitos ni gilipolleces por el estilo. Pero, ojo, con un respeto anorme a su condición: ser canino no significa ser un despojo, un desperdicio.

A veces, llegábamos a casa de uno de estos amigos. El perro nos conocía. Jamás olvidaré a un pastor alemán, guapo y hermoso, que sin molestar en absoluto, de vez en cuando venía hasta mí y descansaba su cabezota de guapo mirar sobre mi muslo. En tanto yo bebía del aperitivo, él, creo, era feliz con mi mano sobre su cabeza y mi suave acariciar.

La LUKA del amigo que he nombrado -no me acuerdo de su raza- era negra como el carbón, con un pelaje rizado que no sabrían imitarlo en ninguna peluquería de "señoras". Se adivinaban sus ojillos vivarachos por un brillo, dos, uno a cada lado de su naricilla. Cariñosa a tope, faldera, inteligente como la primera (tanto que, en visitas de mi mujer y yo, la LUKA sentía que mi santa no era muy de perros: ni la olía, pasaba de largo y venía a mí, con sus saltos y juegos. Sentado en el sofá, parecía hacerme los honores de estar un rato en mi regazo, yo acariciándola. Creo que, cuando creía haber cumplido, saltaba sobre mi amigo.

Como aquellos que hemos fumado alguna vez en que el cigarro iba emparentado con miles de momentos de nuestras 24 horas, LUKA hacía este papel con mi amigo. Él sufre mucho ahora porque en muchos momentos del día, en cada movimiento o acto concreto, recuerda o casi ve a su LUKA acompañándolo, a sus pies o encima de él...

Me parece que habré conseguido hacerme entender lo que quería decir. Hay muchísimos ejemplos más, pero éste es muy actual: aquél que no sufre y llora la muerte de su amigo fiel -más fiel que ningún animal- (ni el homo sapiens) no se merece el calificativo de "humanitario". No tiene ni puta idea de lo que es el humanismo. Quizás tenga la apariencia de ser humano, pero vaga hueco, vacío de lo más importante: el humanismo.


(Para colmo, no hace más de cuatro días, me contaron el caso de un mala bestia -no debía de ser humano- que quién sabe por qué razones, prendió fuego a su perro. No sé dónde lo vieron, pero era lamentable el gesto de la cara que me contaba la visión del perro, ya liberado de las llamas, sin pelo, con tristona y sufriente mirada, todo su cuerpo de varios colores de las cremas pretendidamente curativas que le habían aplicado...

El mal bicho fue detenido por la Guardia Civil; a lo mejor debían haberle aplicado una simple llamita en sus huevos...)


DESVENCIJADO

Luis Ramírez de Arellano

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