martes, 3 de noviembre de 2015

La hermosa cantinera...

LA HERMOSA CANTINERA Y SU
BELLA CAMARERA.


(Dibujos de una antigua amiga francesa, afincada en España, que estuvo casada con un perdido amigo. Supongo que DOMINIQUE -que así se llama la autora-, seguirá siendo la excelente dibujante, pintora y traductora que era cuando con ella trataba)


(Figura que no es de Lladró -me huelo, ay, que la gente sabe de mis más secretas (¿?) adicciones o inclinaciones más de lo que uno piensa-. Ésta figura -ya ha salido en este blog hace no sé cuánto tiempo- me la regaló, creo que mi hermosa parienta  (a lo de hermosa, me refiero) de entonces, o tal vez, puede, me la obsequiara yo a mí mismo  -ahora no sé, apenas lo veo- que me va que fue por finales del XVIII, ¿o no tanto?).

Ambas imágenes, dibujos y preciosa figurilla, los he colocado, las tengo, en mi cuarto de baño. Soy de tendencias nihilistas o "hipistas", la ducha e higiene matinal diaria me dan una pereza enorme, pero, claro, es que si uno se deja... ¡pues eso, apesta!
Estos detalles, en mi aseo, me ayudan a sobrellevar la asquerosita desnudez que al día de hoy me devuelve el espejo de mierda, grande, que en esa estancia tan íntima, en la que te crees a salvo de observaciones o burlas, pues no, ahí está el insoportable espejo, demasiado grande. En fin...



(Rincón asomado a "lo verde" de el local en el que laboran y desparraman sonrisas mis prodigiosas cantinera y su bella camarera)


Y he aquí que llegamos a la cuestión importante que me rebulle y quiere ocupar hoy este espacio aun a riesgo de severas críticas que, por otro lado, conociendo mi cerebro, y después de dar alguna razón o explicación, aunque no tenga el por qué, a este interior de mi cráneo le van a dar igual once que veinticinco, es decir, o sea.

Intentaba yo el pasado 24-10-2015 finiquitar una de éstas mis peroratas con un -así lo perseguía- canto "piropeador". Pues, ea, hoy, repito aquel su inicio -no sé si algo rectificaré- y lo continuo, por ver si consigo terminarlo. Au.

Una morena y una rubia,
trabajadoras en un bar,
me dan el desayuno con tal gracia
que no lo puedo bien digerir.

Y es que el Arábica es
refugio y tesoro de colores,
 de ojos y preciosas sonrisas,
Si la morena muestra, 
aparte del brillo de sus ojos,
aunque disimuladas,
sus curvas sólo de redondos,
la rubia presume sin reservas
su ahogo por las portentosas
credenciales delanteras
con hucha de prieto canal
imposibles de ignorar:
la vista del observador
es secuestrada hacia
tan delicioso lugar.

Ambas, qué cosas, 
tal me parecen mujeres sin huesos,
todas ellas carnalidad,
¿cómo en pie se mantienen,
sin huesos?

La una te distancia con el genio,
con su carácter.
La otra -pocos se han dado cuenta-,
con su mirar serio, castigador
de tu atrevimiento,
no te mira vamos, 
ni menos aún reacciona o responde;
y si responde, ay, Dios,
espera el duro secante.

¡Buenos días!
Buenos días -me responde, la que sea-.
Y sigue:
¿Lo de siempre?
Sí, lo de siempre.
Según la hembra,
me inclino hacia arriba,
por ver -verdolaga- su escote.
¿Las tostadas con aceite sólo, no?
Y hay algún día, ay,
que me siento cachondo:
Según los ojos de la que me atiende,
me atrevo:
"Ponle a las tostadas.
por encima del aceite,
un rocío de tu brillante mirar".
O, si la otra es,
"Mira la tostada,
por encima del aceite, 
deja caer un  vistazo
de tu intenso mirar,
que no brilla, pero...
¡ay que intensidad!
tanto de acato
como de freno y recato"

Y así desayuno,
tan ricamente, tostadas con aceite,
zumo de naranja
y descafeinado.

Pero, yo al menos,
capto el entrante, saboreo
el menú, y
sólo por echar algo de menos,
regurgito mis años mozos.

Y así voy consumiendo
mi último tercio.
A quien sea, gracias
por mantenerme el cerebro,
ilusiones y ensoñaciones, 
así me mantengo.


DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
3 Noviembre 2015 (Ya se fugaron las ánimas).


  




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