lunes, 11 de noviembre de 2013

VERDONZOSA VERGÜENZA DEL ANIMAL RACIONAL (2ª PARTE)



La misma fotografía que la última entrada anterior.
(Creo. Pero como es, digamos, algo así como la segunda parte, y no tengo ni puñeteras ganas de buscar otra...)


ALGO DE INTROITO PARA ESTA SEGUNDA PARTE DE MI EXPLOSIÓN:



Mi espíritu o sentir (no me dejan decir "sentires") tienen una tendencia incontrolable por mi voluntad, para situarse o acomodarse en el espacio que en cada momento le venga en gana.

Nadie se alarme, los estadios principales de mis estados anímicos, para mí, al menos, sólo son tres (es decir que si alguien quiere calificarme de "bipolar", ¡la caga!, porque en cualquier caso sería "tripolar" -palabreja rara, ¿eh?; y encima no sé si existe-).


A saber, por el orden de importancia que les aplico (quizás en lo único que mando en mis ánimos).

1er. estadio: ESCEPTICISMO/OPTIMISMO (tengo claro que
                      pierde el optimismo; hay que tener muchos cojones                      que situarse en ese campo).

                      Sí que puedo presumir, por contra o aunque no lo                        parezca, de haber vencido, hasta ahora, al                                      pesimismo. (Fea cosa, válganme los cielos).

2º estadio: La risa, la carcajada a  mandíbula batiente hasta 
                  desencajarte quijada o, sin más, mearse encima.
                  Esto es una descarga importantísima para los                               humores que al mío se asemejan.


3º estadio: El lacrimoso, el paupérrimo estado de la                                        desesperación en el que no cabe más que la puta                            lágrima y el llanto a raudales(y si estás solo mejor                      que mejor)  .

¿VAMOS AL ASUNTO?:

No sé qué programación estaba viendo. Para el caso, tanto da:
¡Si me  pilla solo delante del televisor... ¡cojonudo!. (Saco mi pañuelo y enjugo lágrimas y mocos.. (¡qué placer!).

Me parece recordar que estaba visionando las carreras de motociclismo... ¡¡Dios, ¿cómo pueden estos críos alcanzar esas metas?!!

Esta gentecita le tira coraje, ganas, valor y y se trazan una meta a la que llegar... ¡Ya empecé a llorar! Las tres carreras fueron geniales; sobre todo para los "pilotitos" españoles. ¡Y olé vuestros cojoncitos, que es posible que los tengáis hasta más gordos que los míos, ya descolgados!.

Es el caso que en cualquier momento de las carreras de este deporte, el motociclismo, a mí va y me entró le vena sentimental, y va y sentí los ojos llorosos: Solté las riendas a llorar como un loco: ¡Tres chavales de apenas unos cuantos años, habían conquistado lo máximo en la moto!

Sí, lloré y lo hice con ganas (en algún momento pensé en mis metas de adolescente... ¡pronto se me curaron)! ¡Estos críos, encima de una moto, son geniales, sin paliativos!

Pero todo este cuento anterior me sirve para deciros que yo tanto necesito reír como, muchísimo más, el llorar.

El llanto, cuanto más dure, (por cualquier chorrada televisiva),no se quién lo podrá medir  por descarga importante carga de  adrenalina y tensión corporal. Y allá cada quién que piense lo que quiera.

Y con tanto cuento primero se me ha ido la ocasión principal de esta segunda entrada.

Porque mi intención primigenia era meterme con la Santa Iglesia Católica en el tema de los desgraciados inmigrantes.

Amén. Continuará.

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano.
En el día 11 de Noviembre de 2013 (año puto)







                         

          
      







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