jueves, 23 de octubre de 2014

ELOGIO DE LO TAURINO (Epílogo/conclusión)



ELOGIO DE LO TAURINO (El auténtico)

(Último capítulo: EPÍLOGO/CONCLUSIÓN) 



(Del catálogo ya utilizado en anteriores entradas.
El torero ejecuta un pase de muleta llamado MONOLETINA que como su nombre indica, lo inventó "Manuel Rodríguez, MANOLETE").
El espigado físico y rostro mismos del torero dibujado, tienen semejanza total con el real Manolete, que murió corneado por un toro de la ganadería de MIURA (cuando esta ganadería hacía honor al terror que causaban sus reses y que TODAS las figuras toreaban, todo lo cual se ha ido perdiendo poco a poco por exigencias de "las figuras" que han ido tomando fama después, pero que pocos MIURAS han toreado; ni el Miura era ya tal ni la figura tan figura. El morlaco de largo cuello, le metió el cuerno por el triángulo de Scarpa (parte superior/interior del muslo) perforándole de manera mortal la arteria femoral. El toro se llamaba "Islero" de unos 500 kilos, y la fatal cogida fue en la plaza de Linares (Jaén), al entrar a matar el diestro, una tarde de toros del 20 Agosto de 1947).


LA SUERTE SUPREMA, la muerte del toro por la estocada:
En puridad, desde su nacimiento en la dehesa, la vida del toro bravo, hasta los cuatro o cinco años (cuatreños o cinqueños), no tiene otro destino que su lidia y muerte en un coso taurino. La propia lidia mismo, desde que el bravo animal salta de chiqueros y remueve el polvo del albero, resoplando, levantando todo su cuarto delantero, las manos por delante, altas, y corneando el calor de la tarde tras la primera burla al embestir el primer capote que se le abre, todo ello, todo, no tiene más finalidad que el prepararlo y ahormarlo para que logre el maestro la estocada que le exige  el dios de la corrida, el público, que sea certera, en una sola entrada y convoque la pronta muerte del toro.
(Pequeña aclaración: En algún otro momento anterior y ahora mismo, acabo de decir "manos". En lenguaje taurino, a la patas delanteras del toro se les dice "manos").

El torero tiene 10 minutos, desde que inicia la faena de muleta, para entrar a matar. Si no lo hace, la presidencia le manda "avisos"; el primero a esos 10 minutos (ya hay cierta permisividad), el segundo -si no me equivoco-, a los 2 minutos del primero y el tercero al minuto del segundo. Si para ese momento, después de los tres avisos, el maestro no ha matado al toro, éste es devuelto a los corrales, lo que supone un deshonor para la figura (a casi todos los toreros, alguna vez en su carrera, le han devuelto un toro).
Para volcarse sobre el morrillo y hundirle el estoque, el toro debe estar "cuadrado" (las manos y las patas traseras igualadas, la cabeza no alta sino al nivel de su morrillo); el diestro frente a él a la distancia correcta y de frente, la muleta cogida con la mano izquierda y plegada colgando con volantes adelantada hacia la cara del toro para que el animal quede ensimismado y fija la vista en el rojo trapo; con la mano derecha "montará" el estoque, digamos que apuntando al lugar justo donde el toro "tiene mucha muerte". El estoque, a un palmo o dos antes de su afilada punta, tiene una leve curva que debe apuntar hacia abajo (esto tiene el objeto principal en que al enterrar el estoque, según la morfología del toro, esa curva hace que la punta busque el corazón y sobrevenga una muerte rápida). En el momento oportuno, el torero moverá la muleta tirándosela a la cara del toro y bajándola a un tiempo. Esto hará que el toro agache la cabeza para embestir descubriendo más su morrillo. La que debe ser hábil muñeca del torero hará que el noble animal siga a la muleta hacia la derecha; el torero desplazándose lo justo hacia la izquierda, se cruzará con el toro, clavando el estoque al tiempo que "vacía" al animal por su derecha.
Es el momento más peligroso para el matador; durante unos segundos no ve la cara de su "enemigo", ni, peor, los cuernos del mismo; es el momento de la muerte, se cumple el rito, pero también puede ser fatal para la integridad del matador (uno de tantos ejemplos: la muerte de MANOLETE, arriba citada).

BREVES CUESTIONES: Claro está que esta bellísima fiesta está en declive, cosa que comprendo en la medida que la llamada civilización avanza y las corridas, se mire por donde se mire, con la muerte bailando al compás de pasodobles, lleva consigo sangre. Pero, ay, a veces me cabrea mucho que los "civilizados" quieran acabar con las corridas de toros, ignorando las bestialidades que diariamente el ser humano comete o mira hacia otro lado por vergüenza o asco ante la realidad del mundo que no quiere ver.
Esta decadencia ha dado lugar a que las plazas de toros se llenen de más "público" que "aficionados", de aquí las broncas y pitos a destiempo, trofeos a los matadores pedidos por un público jaranero, festivo y de bota de vino. En definitiva, por gentío que no es "aficionado" y no tiene ni puta idea del porqué de cada minuto que llena la lidia y muerte de un toro.
Resulta de una chabacanería enorme la moda, que yo aún llegué a vivir, de que cuando un diestro consigue hilar más o menos bien una serie de derechazos o naturales, la gente, desde el momento del cite, comience a coro y medio tono pero subiendo y finalizando con ese feísimo "!oooooOOOOLE!". El "!!OLE!!" auténtico se produce la final de un logrado pase bien templado y como explosión de una emoción contenida. Toda la demás juerga sobra.
De aquí, el manifestar mi particular inclinación al silencio durante las faenas, no más roto por ese !Ole! antes citado en cada pase y el aplauso al finalizar la serie. A mí me gusta el silencio durante el trasteo del torero. Como decía "ANTONIO GALA", el "silencio sonoro", el rumor de la tensión, del erizamiento del vello, de las zapatillas del torero al situarse en su sitio, de las pezuñas del toro, del jadeante respirar de los ángeles que contemplan desde los azules soleados esa mágica unión, esa grandiosa escultura que en el anillo de la plaza compone esa unidad del enroscamiento de hombre y bestia en una plasticidad inigualable.
La Fiesta sí, lleva consigo la música, el pasodoble, pero para mi gusto, debe sonar antes del comienzo de la corrida, durante el paseillo, durante el tercio de banderillas y en los tiempos entre toro y toro. El resto de la corrida, debe sonar la propia lidia, nada más.
Tiempo hubo en el que intelectuales y pintores y escultores, en mayoría, cantaban poeticamente con sus creaciones el hondo sentimiento de esta fiesta de toros. Hoy en día, parece que priman los artistas e intelectuales, por contra,  que se inclinan por la abolición de las corridas de toros. También ayuda a este hundimiento el hecho de que la juventud no acude a las plazas de toros no más que cuando las llenan cantantes, mítines políticos o cualquier otro acontecimiento. El joven aficionado se está perdiendo o ya se ha perdido.

CONCLUYENDO CON EL MOTIVO: Como todos los años, se ha armado el revuelo correspondiente con el tristemente famoso TORO DE LA VEGA, de Tordesillas.
Y sí, buena gente, hay romper esas lanzas salvajes, hay que abolir ese tipo de festejos en los que se toma el noble toro como diversión y objeto de humillación. Eso no es TOREO. Igual que no lo son los miles de festejos de otros tantos pueblos de la geografía española. No, eso no es afición al toro. El auténtico aficionado sabe que la Fiesta tiene un reglamento por el cual "se protege" al toro frente a la superioridad inteligente del hombre al que se enfrenta cuyo incumplimiento es el que hace brotar la bronca de los tendidos. El aficionado EXIGE el toro entero, con sus defensas intactas, fuerte, encastado y que todo se le haga según los cánones. He escuchado en muchas ocasiones el clamor de la afición demandando al torero que mate al toro si éste se ha partido por la cepa un cuerno en un encontronazo con las tablas.
Sólo admito los encierros pamplonicas. Los mozos corren junto al toro o delante de él. Ni lo pinchan ni lo hieren ni, por supuesto, se les da el más mínimo pase. El toro es noble pero no tonto, aprende pronto, y el que por la tarde ha de ser lidiado en la plaza, si ha recibido algún pase en el encierro, no se puede torear. Es imposible vérselas con un toro enseñado, ya toreado.

El muy hermoso animal que es el toro de lidia, desaparecerá en cuanto se anulen por completo las corridas. No tiene otro objeto su vigencia más que las corridas de toros y terminarán en los zoológicos.
No me han gustado mucho, nunca, los zoos. Imginemos que el mundo se vuelca y al homo sapiens se le cerca en estos zoos y vienen los toros a vernos. Seguid imaginando: Visitan el zoológico tres toros que han salido a tomar unas cañas, un negro y alto MIURA, un VICTORINO de largo cuello y astifino y tordo de capa, y un TORRESTRELLA precioso de estampa, cómodo de pitones y castaño  de pelo (el pelo, en lo taurino, se llama capa). Nos contemplan desde los cercados, comentan: "¿Éstos son los que nos toreaban, nos podían y nos estoqueaban ¡Coño, tú, pero si parecen bobos, si no hacen más que tonterías y no paran de darse leña unos a otros!". El TORRESTRELLA castaño sonríe moviendo su cabeza como diciendo: !Qué pena de animales, ¿no? Y son feos, encima!

Está ya bien de cuernos, ¿no? Mucho más podría escribir, pero es demasiado abusar porque sé que hay pocos aficionados.

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
23 Octubre 2014

          
  






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