lunes, 22 de diciembre de 2014

¡Hartazgo!



¡HARTAZGO!

(¡Cuánto ineficaz miserable! ¿Se merecía, se merece ésto y a éstos España? ¿Qué gran pecado hemos cometido para tan nauseabundo premio?)


Me había propuesto no soltar ya nada más de política en este blog, me sienta mal tanta ignominia y luego no digiero bien durante todo el día, pero es que el actual estado de cosas en mi querido país es como para tomar la antigua "agua de carabaña" que me hacían beber de pequeño por las indigestiones. Ahora no es UNA indigestión, es tan habitual, que la bebida diaria, quieras o no, tiene que ser la citada "agua carabaña". Lógicamente, el cuerpo, el alma y todos tus malos sentires, necesariamente, tienen que reventar en cualquier momento.

Imaginemos que en la imagen de arriba, añadimos a, por ejemplo, "el caballerete" (apodo made in Fidel Castro) Aznar, al postrero Felipe, al soso Zapatero y al contador de cuentos sin inicio, trama y desenlace del ya patético Rajoy actual con toda su corte que le hace el coro y repite, con otras palabras, las mismas vaciedades, que el jefe lanza como consigna para hablar en público durante una temporada (no he visto, en nuestra moderna democracia, peor gobierno que el actual. Con muy poco esfuerzo analicen uno por uno a los miembros que ensucian la bancada azul del gallinero, digo del hemiciclo o circo del "y tú más").
Pues bien, hecho este pequeño esfuerzo de añadir a la foto a toda esta gente, y muchos que me dejo (los Griñán, Chaves, Fabra (ése que dijo que "le esperara la cárcel". No sabía que la cárcel siempre está ahí y no se cansa de esperar), la chulapona alicantina de "la Sonia", "pos menúa s'ella" y ya, haciendo de gentío, la multitud de imputados que tenemos, ya, con eso, tenemos la mejor postal Navideña de este dichoso 2014 que por fin se larga.

La gota que me ha colmado esta vez, es pequeña, sólo eso, una gota, pero tan ácida y con tan pesada y espesa mala leche en ella que, por fuerza tenía que sobrevenir esta explosión: Ya lo he dejado dicho en otra ocasión anterior, tenía que llegar el momento en el que los movimientos de base se hicieran oír, se formaran y se organizaran. De entre todos ellos, va y sale uno con tal fortuna que ha movido de tremebunda manera los miedos y la comodidad de años de todas las poltronas. ¡Hay que ir a por ellos, callarlos, calmarlos, buscar hasta en su niñez cualquier travesura que puedan haber hecho y convertirla en "corrupción"... ¡Qué coño predican, si son iguales que todos, que nosotros...!
Uno de estos nuevos tipos jóvenes, que creo que tiene más de un doctorado y ha trabajado en Universidades Norteamericanas y, encima, tiene buen parlar, no sé qué lío tiene con la Universidad de Málaga por un trabajo becado que ¡ya ha entregado!. Ah, amigo, pero unos dicen que el trabajo era "presencial" y él no iba, lo hacía fuera de la Universidad... Hasta Paco Maruenda, periodista de La Razón y nada sospechoso de rojeces, tuvo que intervenir en una de las tantas tertulias a las que acude, que él sí que lo entendía porque también es profesor de Universidad, aunque bueno, hizo por sacarle otras "cosillas" al tal Errejón, de "Podemos", pues de él hablo. Y en estas andamos cuando escucho decir hace poco a una persona acomodada, que todavía no sé si es de "derechas", liberal, neoliberal o, simplemente de "su Ego": "Ese Errejón es un hijo de puta, hombre". Pero, cojones, si aún no les ha dado tiempo ni a gobernar en el municipio más pequeño de España, si todavía faltan casi nueve meses para las elecciones, ¡si no se sabe cómo o de qué manera van a poder o saber poner en práctica todas sus llamativas ideas, pero, leche, ¿en qué país vivimos, qué gente somos, qué alegremente juzgamos y calificamos ¡a los que se ve que vienen pero que aún les falta bastante para llegar! y...por último: ¡Qué insulto nos inventamos para los que sí que sabemos cómo son y lo que han hecho y de qué manera, para los que hemos sufrido, para los que nos han sodomizado -y aún están en ello-, para los que poco a poco, añadiendo cada cuál más que el anterior y éstos últimos más que los anteriores a los de antes, y... ¡Me cago en la puta, ¿qué son toda esa gentuza, qué insulto les ponemos?! Porque a ésos sí, a esos los hemos visto mentir, corromper y corromperse y sepultar a España en mierdas inmensas de hipocresías, avaricias, envidias, ineficacia, burros analfabetos metidos a políticos... No sé, muchas más cosas, a ver, decidme, ¿qué son, que han sido toda esa gentuza que todavía está, ¡CÓMO INSULTAMOS A ESOS, QUE NO NOS HAN DOTADO NI SIQUIERA DE VASELINA!
También está de moda lo de las famosas videotecas. ¿Que no nos hemos dado cuenta de que cada quién las utiliza para lo que le conviene y contra quien cree oportuno para su programa de turno. Hasta el muy desagradable insultador oficial de los medios, el enano de pelo con fijador que se permite los insultos más grandes contra quién o quiénes a él le pasa por su pitito?

Me calmo. Un poco de por favor, por favor, algo de cordura y coherencia, dejemos que la gente haga y luego los juzgaremos, ¿no?.
En fin, recomiendo no mirar atrás, ni a los lados ni a ningún sitio buscando un solo justo, recordad lo de Sodoma y Gomorra: corremos el peligro de convertirnos en estatuas de sal.




  En estos males pensaba, 
yo solo con mis adentros, 
cuando por el parque paseaba.
Ni roja era mi sangre,
no más era llanto amargo,
blancuzco, sucio, casi negro,
formando charcos de dolor
derramado por mi España.
La tristeza de plomo
de aquel ocaso, me acompañaba.


DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
22 Diciembre 2014

1 comentario:

  1. Cuanta razón y cuanto cabreo.
    Bien está. De vez en cuando...
    De todas formas yo le diría que para ser un Hijo de puta no hace falta gobernar a veces con apuntar maneras es suficiente y a veces sin apuntar te engañan ¿que le voy a contar? Estamos rodeaditos de ejemplos.
    Yo lo único que le digo es que si yo me dejara melena la luciría y que hoy es noche buena.
    ¿Sabe también? Podríamos felicitarnos con una frase original: Que Dios ilumine a nuestros dirigentes, maldiga a los Hijos de puta y mande al ostracismo a todos los malos. .

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