sábado, 18 de abril de 2015


¿PENÚLTIMA ESTANCIA EN ALATOZ?
(Vivencias, pensares y reflexiones... y más)


Hoy, sábado, 18 de Abril del 2015, me he puesto como "el Quico", almorzando. He visitado el que otrora fuera mi asiduo "almorzadero": "CARMEN DE RONDA". De postres, TRES (3) chupitos de orujo. Estoy como en la gloria. Y que le den por cofa al primero/a que pase, por estar en el lugar y momento equivocados. Qué le voy a hacer, es muy difícil olvidar, de un día para el siguiente, los gloriosos almuerzos de ALATOZ con el grupo querido de amigos que me acogen (que son muchos y a los que en gran aprecio tengo) en el muy estimado lugar de la Mancha, de cuyo nombre nunca me olvido ni olvidaré.
(Por cierto, ni puñetera idea de quién era o es "El QUICO", aunque tengo por seguro que sería un ferviente seguidor de eso que llaman "pecado" los melindres y que se denomina, según el obsoleto catecismo católico, GULA, nefando palabro, válganme los cielos.
En fin, allá cada cuál; yo, ahora, estoy como un dios pagano, eufórico, panza llena y mente aromatizada y colonizada por sabios elixires... (¡Qué pena, se van evaporando...!)
En fin, ya. Vamos a lo que quería ser serio de hoy.

Lo de "PENÚLTIMO" es adjetivo para una virtuosa o perniciosa, no lo sé exactamente, superstición. Porque uno piensa -ojo, no sé si lo he escrito ya alguna vez. Es ventaja de los años cumplidos el obtener el perdón por las repeticiones, conste-, que la renuencia de las gentes a pronunciar la palabra "última", como tantas cosas, uno cree que es tonta, dado que si la vida es UNA y su final ÚNICO, ¿a qué tanto horror a esa "finitud" que definen y defienden los agnósticos, con la que me identifico?). Bien, el pensamiento es libre y singular y, ojo, no porque "ésto sea una democracia", frase imbécil que se escucha constantemente, sino por ser consustancial con el ser humano, aunque muchas veces la disimule u oculte.

A lo que hoy me importa: UN CUENTO SOBRE LA VIDA, lo que lleva a la libre interpretación doble de dos conclusiones:  "O la vida es un cuento, y no chino, precisamente". "O un retazo total y cortísimo, valga esta expresión y "ustés" perdonen, relato de lo que es, o puede ser, la vida; no lo olvidemos: la realidad siempre supera la ficción".

CUENTO (ya, de una vez, tanta historia y rodeo, leche):

Nuestro protagonista es un humano como la mayoría no tonta o la minoría algo sabia, a escoger. Es decir, era totalmente consciente de lo que la vida la iría regalando -hay que bien interpretar el sustantivo "regalo" o, por contra, maldecirlo-;  o poco a poco, o a lo bestia, de golpe, o sea, achaques, decrepitud, pérdida de facultades... En definitiva, lo que suponía que los años lo empujaran a la vejez y ancianidad. Pero nuestro hombre resultó ser de esos que llaman de "buena voluntad", traducido a lo cotidiano o vulgar, un inocentón que, con crianza facilona, creció y llegó a creer que toda su vida se salvaría y sería sustentada por eso que se ha dado en llamar AMOR ETERNO, o en su traducción diabólica, AMOR PARA LA BUENO Y LO MALO, PARA LA SALUD Y LA ENFERMEDAD y, lo peor de todo, eso de HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE (Por en medio de todo esto deambula esa terrible palabra de "esposa" -por lo barriobajero, "cadenas, grilletes..."). No nos alarguemos: Es  el caso que nuestro protagonista se entregó a esa promesa viperina del AMOR ETERNO.

Y cierto es, por qué negarlo, que le dio años y años de cumbres llenas de bienestar, felicidad y picantes sosiegos (ojo, vale la contradicción). 
Pero el maldito tiempo no se conforma con pasar sin más, sino que siempre se obstina en dejar heridas, marcas, huellas...
Unos diez o doce años años antes del derrumbe, nuestro protagonista comenzó a sentir en sus pituitarias un raro tufillo (Y es que -lo adelanto aunque no deba-, no previno esa cruel enfermedad del humano que se llama DESAMOR). El caso es que el instinto fue el que lo guió a encontrar en un lugar de la Mancha, cuyo nombre nunca olvida ni olvidará (ALATOZ, comarca bautizada como LA MANCHUELA), una modesta, pero con sabor, casa en arriendo.


El escape o refugio, a 160 kms. de su rutina y colaterales a la misma, era perfecto para el elegido amor eterno y él. En tal refugio, teniendo todavía restos de juventud tardía y últimas fuerzas de recién estrenada tercera edad, dejó horas y horas de lo que ahora se llama bricolage, poniendo especial empeño en una buhardilla que la casa tenía, dividida en dos habitaciones, para en una de ellas instalar su rincón, su refugio, su escape (y es bien cierto que en él escribió algunas buenas páginas producto de su afición escribidora).


   En tal tarea dejó muchos sudores y cansancios y hasta una lesión de menisco por la que tuvo que pasar por cirugía. Todo lo dio por bueno ante el renacimiento de algunos fulgores de intimidad de pareja (tanto en la propia casa como saliendo por esos campos manchegos, eternos de verde o rubio, según estaciones, como haciendo "vecindad" y amistad con gentes del pueblo en aperitivos o cenas al aire libre en terrazas con sano vientecillo, que, sin remilgo alguno los acogieron como a unos más de los de entre el pueblo (todo hay que decirlo: especialmente a él; ella era, digamos, algo más "rarita").
Todo se desarrollaba de forma encantadora en tanto eran él y ella y algún descendiente con, a su vez, descendencia, es decir nieto o nietos. Pero, ah, tomaron al pie de la letra -los que venían detrás y habían nacido de su semilla-, aquello de los "últimos serán los primeros", y, encima, se topó con que lo que él entendió y asumió como su amor eterno, su esposa -maldita palabra-,  que capitaneaba esa creencia. ¡Dios o dioses, no sé ya, hasta sin su refugio escritorio lo dejaron! ¡Hasta se vio obligado a ver por la televisión verdaderos bodrios de películas que atentaban contra la formación y educación de los nietos, y con el beneplácito de sus padres, hijos de él...! ¡Y ello "imponiéndolo": "Hoy vamos a ver ésto", decía uno de 17 -casi 18 años y con costosa y buena formación (¿?)- y palmeaba el último de casi 11 años... ¡Lo peor para nuestro hombre fue el ver, in situ, que sus padres, los padres, aparte de "no objetar ná de ná, ¡coño, también reían...!
Definitivamente asumió que él estaba fuera del contexto actual y absolutamente negado para entender ese presente estado de cosas de la juventud y padres no tan jóvenes. No; no podría entenderse nunca con ese, o este, sistema o estado de cosas: ¿Era él un caducado, un anárquico, estaba la educación y formación por él recibida pasada, olía a rancio su pensar, su entender la educación y el respeto; ya no servía ni pintaba nada la figura del abuelo "setentón", ni su forma de ser, ni el respeto a sus rincones, ni sus decires...? ¿Debía de estar callado siempre, "en su propia casa" para que los últimos, no se olvide, venidos por su semilla, lo arrinconaran, lo privaran de sus espacios y le hicieran constantes cortes de mangas en tanto los padres observaban y callaban...?

Un mal día, nada más despertar, notó el aire del pueblo húmedo, como enmohecido. Salió al patio de la casa y a la calle: una neblina cubría el pueblo. Raro en la hora que era, con el sol ya alto.


Previno el advenimiento del estado total de DESVENCIJADO al que se abocaba lo que en un principio acometió como una blancura resplandeciente de alumbramiento de una nueva esperanza, de un rehabilitar con este sol y luz claros y sanos de esa Mancha española que había llegado a amar. Los tiestos se iban vaciando y derrumbándose los mamparos



Luchó, pero no pudo. Todo apareció desmoronado, DESVENCIJADO.


Como final de este pequeño cuento, debo narrar que el protagonista, nuestro un tanto inocente hombre, decidió emigrar a algún país oriental, quizás China. Él había leído de historiadores y ensayistas que allá, en China, la figura del abuelo era venerable, se le debía respeto a su persona y a sus cosas, él, el anciano de la familia decía la última palabra... ¡y ésta se obedecía sin más! ¡Joer, qué maravilla! La esposa, desde su nacimiento, tenía inculcado el amor eterno al hombre que le tocara (tal vez, o sí, seguro, esto sea "pasarse", pero no dejaba de ser una bendición; sobre todo eso de apoyar sus razonamientos, su carácter, su SER en definitiva).

Sí, lo que el lector se imagina (con dos opciones, ojo) como final de la narración: O el confiado hombre juntó fuerzas y corrió a China a adoptar a alguna familia sin anciano o -lo que es más probable- quedó tranquilo en su rincón, cual villano sin serlo, mandando uno tras de otro, a la mierda o todos sus descendiente maleducados y que tan mal asumían la formación que todos les pagábamos. Ea.

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
18 Abril 2015

1 comentario:

  1. BIEN. Digo BIEN, la aclaración de "penúltimo" como adjetivo.
    Yo cada vez, o a medida que pasa el tiempo suelo encontrarle bastantes peros a esas frases de "listos" o intelectuales ygenmte de prestigio, pero hay algunas que no tienes ni idea de donde vienen que dices: CIERTO.
    NUNCA DIGAS NUNCA JAMAS.
    Ande: Vayámonos a China
    Ahora viene aquello de, y tu de que te quejas?

    ResponderEliminar