martes, 5 de enero de 2016

Caminando, viendo y mirando...

CAMINANDO, MIRANDO Y VIENDO, PENSANDO
Y CON LA CÁMARA A CUESTAS.
(Todo por la Valencia antigua (Catedral, Pl. Reina, Barrio de los Gremios... )
(La otra Valencia, la de los "blancos de Calatrava" es para el turismo de cruceros. Particularmente, con el edificio "Principe Felipe", estaba contento ya y me sobra todo lo demás -bien, vamos a dejar aparte el Palacio de Congresos, fenomenal y que cumple bastantes funciones de uso-)

EA, empecemos:


Tal vez esto se convierta a partir de hoy en una especie de "cosa propia", muy controlada y ficcionada. Con ello conseguiré escribir alguna vez -que aunque no sea un genio, me encanta- sin meterme con la cotidianidad asquerosilla de la mundanal situación y con la risa esperpéntica que provoca lo que está ocurriendo en MI España, y peor todavía, en MI Valencia -de ésta última se han apoderado ya hace años unas gentecitas que no sé ya, ni de unos ni de otros, si han pasado siquiera por el parvulario-.

Agarré la máquina NIKON, me la colgué al hombro, subí al metro (no me atreví a "cogerlo" porque, creo, pesa demasiado) y me planté para iniciar mi paseo pensador por ahí por la Plaza de la Almunia, precioso rincón de la Valencia histórica.

(Debo de advertir que esta cosa la comienzo en un 28 de Diciembre de 2015, nada inocente por cierto, sólo un día más, y no sé cuando, al menos este arranque, lo terminaré. Otra vez: ¡Ea!).


Para llegar a ese barrio viejo que tanto gusta al paseante de la cámara (o sea, a mí), atraviesa la tan maltratada en denominaciones plaza central de Valencia, es decir PLAZA DEL AYUNTAMIENTO. Lo primero que lo sacude es esta luz valenciana que nunca acierta a definir (siempre mete el tipo la "luz de Sorolla" por en medio). Pero es que a fuer de sincero, la amplia plaza reluce, le reluce, hoy especialmente -claro, hay que tener en cuenta los ánimos con los que cada día se levanta uno-. Deja ya aparte el muy fotografiado Ayuntamiento, la fuente cambiante en sus combinaciones de chorros o espumas de agua, etcétera. Hoy le llama la atención la impresionante vista de los poco captados por su cámara edificios modernistas que la rodean (menos en un rincón de mierda, esquina con calle Las Barcas, que él espera que paguen toda tu vida, al menos con una diarrea día sí día no, los que parieron este engendro y, ojo, los que lo consintieron).


Y sigue caminando, mirando, viendo y, ay, pensando.

Acuden a su mente una auténtica madeja de pensamientos varios, muy diversos y dispares. El rincón lector del cerebro recuerda la obra RETAHÍLAS de la grande escritora, fallecida en Julio del 2000, CARMEN MARTÍN GAITE (aquí la escritora utiliza la técnica de como "deshilachar" una madeja y tirando de una hilacha, saca otra y así sucesivamente, en un pensar totalmente inconsciente e involuntario); sencillamente se aprovecha del incesante pensar del cerebro y su norma deshilvanada para de una cosa tirar y sacar otra, o que surja, espontánea, sin mayor intencionalidad). ("Espontaneidad", algo en lo que le gusta creer. Es una de tantas razones por las que, piensa el de la cámara, no podría ser jamás político. Cien veces mejor ser espontáneo en el actuar y en el decir, que pasarse la vida rectificando y pidiendo disculpas. Aunque, claro, tampoco sea cuestión lo de hacer y soltar lo primero que a uno se le ocurra) En fin, más o menos así va funcionando el cabezón del medio tristón paseante.

(Releyendo y repasando lo poco escrito hasta ahora, me doy cuenta de estar prácticamente copiando la técnica de C. JOSÉ CELA, la que utilizó para narrar el Nobel su deliciosa y extraordinaria obra VIAJE A LA ALCARRIA. No se me tenga en cuenta la forma narrativa si es influenciada por un maestro. Palos merecería, eso sí, de copiar a cualquier mindundi. Nunca se deja -eso creo yo- de estar influido por todo lo que uno lee).

Caminando, paseando, nuestro tipo llega al punto de partida que pretendía. Es un día luminoso de Diciembre y con climatología más que agradable. Sí, ahí está, en la Plaza de la Almunia, en el arranque o final de una calle que baja hasta la Plaza de Nápoles y Sicilia, por la puerta de un bar-restaurante que suele frecuentar con un amigo, (el siempre tal don PASCO), en el que se meten entre pecho y espalda unos bocadillos de mucha importancia, seguidos de unos dulcecitos de nada y "cafelitos", orujo y güisqui (el PASCO, nuestro tipo no se mete en si va de cachondeo o no, muy frecuentemente, va y pide una tisana o alguna hierba... je.) Es el caso que desde donde se encuentra nuestro personaje, a la puerta del bar, no se resiste y entra. ¡Hombre, qué tal! ¡Cómo por aquí solo, sin tu hermano!. Bah, mira, cosas. ¡Carmen, ¡cómo estás! Pero ya has almorzado, ¿no? a estas horas. Venga, ponme un carajillo. Más que nada he entrado por saludaros...

Nada más salir, saboreando el buen carajillo, sabe que está ya en una calle con el sabor que a él le gusta. Pegando la espalda en la pared del bar, mira hacia arriba: ¡qué gloria de balconadas modernistas!



Arranca hacia arriba y se le abre, gloriosa, amplia y con bella luz, la Plaza de la Almunia, con su principal lateral o fondo de la puerta románica de la Catedral de Valencia, asomando por detrás el cimborrio de la misma y en el lado izquierdo "la casita" del arzobispo, o lo que sea, de Valencia. Nuestro paseante no consigue entender nunca cómo para un solo hombre se necesita tanta casa, ¡hasta llegar a ser palacio! Encima, el que ahora ocupa alguna habitacioncita es pequeñito pero charlatán, ¡y suelta una sarta de tonterías! Decide que hoy no, allá la Católica Iglesia y sus cosas. La vista es preciosa, espaciosa, y aunque esté levantada sobre ancestros de otras culturas y religiones que fueron conformando la Valencia de hoy, no importa, a los sepultados que los jodan. Siempre ha sido así. Siempre se camina, se pasea por encima de restos de algo y alguien anteriores, pero el caminante ve lo de ahora, lo de su hoy... y hoy no está para masturbaciones dolorosas, costosas y espinosas de su siempre cabreado pensar. Tira la instantánea, y fuera.



(Me he cansado por hoy. Y ya estamos en el 2 Enero de 2016. Al menos he sobrevivido mejor que otros años a los fastos navideños. 
Para acabar este capítulo me falta un pelín -o una barba, no sé-. Hasta mañana... ¡o yo qué sé!).

Saliendo por el callejón que tiene el llamado "Arch on Barchilla Street", que no he sabido averiguar la razón de su nombre, aunque mis malos pensamientos me dicen que, como une el llamado Palacio Arzobispal con la Catedral, quizás su objeto sea que sirva de cómodo pasaje para  el tipo Arzobispo, corto y rápido, de su habitación a su lugar de trabajo o de ejercer sus cosas (¿su función, su ministerio...? ¡y a mí qué más me da!). En fin que en saliendo de esta húmeda calleja, entre muros de la Catedral y un edificio "de o para curas", se le abre al paseante la airosa Plaza de la Reina (kilómetro "0" de Valencia ciudad), a su derecha deja la fachada y puerta barroca de la Catedral con su "MICALET", torre campanario de estilo árabe; a su izquierda -casi de frente- una acera ya de la Plaza llena de terrazas todavía vacías -a este lado da la sombra fresca de Diciembre-. Al fondo, dos edificios emblemáticos de esta plaza que abren la muy larga calle de San Vicente (¿no será la más larga de Valencia, típica en calles cortísimas? -ej.: la calle Universidad, si no me equivoco, sólo tiene un número: el 1).


     
Dentro de la catedral, y entrando por la citada puerta barroca o "de las verjas", nada más entrar, a la derecha, está la llamada Capilla del Santo Cáliz (no voy a entrar ahora a mal pregonar sobre el asunto del llamado "santo Cáliz"). Y allí mismo casaron o "unieron en santo matrimonio, hasta que la muerte os separe" a nuestro paseante con cámara. Cada vez, siempre, que pasa por allí, recuerda aquel 8 de Septiembre de 1969 (¡coño, "69"!). Ahora, en la actualidad, con los años ya cumplidos que le van pesando -y desde algunos o bastantes de esos años- ya duda o, sencillamente, niega esto de "santo", tiene comprobado que no lo "unieron" sino que lo esposaron y de eso denominado "matrimonio", ya sólo sabe del casorio del buen yantar de todas las comarcas españolas con los ricos caldos de centenarias vides de todas y cada una de las zonas vinícolas de esta santa tierra -ésta sí, santa, en frutos y manjares masticables-, que eso sí  que es "matrimoniar", en el antónimo de la palabra, "pagano"

Se adentra el paseante por la barriada contigua, la "de los gremios", pero además de cansarlo el paseo ya le harta el escribir. Lo deja para otro día.

De momento, como buen  modesto burguesito, decide sentarse en la acera que inunda el sol e invaden las terrazas, a rebosar de "guiris" y pocos nativos. Piensa que le costará un huevecito -no le quedan ya grandes-, pero es encantador gozar de este sol valenciano, del bullir de paseantes foráneos y naturales, teniendo allá  al frente la fachada barroca de la Catedral, críos, jóvenes, "jóvenas", mozas en pleno hervor y maduritas como en salmuerra... Él mira con descaro, ¡qué va a disimular a sus años, leche! Pero, ah, amigo, alguna vez le ha ocurrido que la observada en su caminar de jaca joven, crines alborotadas, andares trotones como de escuela de doma de caballos andaluces de por ahí por Jerez... pero, ay, cómo le pesan algunos lances de retos de miradas... Algunas, o bastantes, seguras, muy seguras de sí, de preciosos ojos, verdes, azules, castaños, el arco iris completo, andares escandalosamente atractivos que mueven un cuerpo idem, alguna le ha mantenido y sostenido la mirada, lo ha rendido, no ha podido con sus ojos y ha tenido que bajarlos a otras zonas del cuerpo de ella no menos atractivas pero sí menos insinuantes. En estas ocasiones se ha sentido vencido por los años. ¡¿Qué es esto, voto a bríos, ¿va de reto o desafío? Bah, no ha tenido confianza en su daga de herir o arar dulces montañas y sonrisas verticales (famosa colección -La sonrisa vertical- de novela erótica de la editorial TUSQUETS (creo), y que dirigía, cómo no, el genial valenciano, cineasta fabuloso y erotómano, LUIS GARCÍA BERLANGA), pues ya la nota oxidada por el tiempo y el muy escaso uso en deliciosos duelos carnales.

Bah, se sienta solo a una mesa y el bienestar lo inunda de una rara felicidad que, aunque sabe extra y fugaz, goza extraordinariamente: ambiente, sol, Valencia, Catedral al fondo, café bueno, orujo frío...



En el momento nota que el bienestar anda satisfecho y no puede durar mucho más, continúa con sus maneras aburguesadas, se acerca hasta la Plaza del Ayuntamiento y aborda un taxi (que les den por culo al metro y al autobús: hoy es una mañana mía).

¿Me lleva a casa, por favor?


DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano
5 Enero 2016

1 comentario:

  1. Y que lo voy a decir yo de lo que Vd. piensa, ve y siente. Ademas sabe en lo que no coincidimos así que, disfrute del paseo y efectivamente no deje de mirar hacia arriba , a todos los lados, te hace andar mas despacio pero vale la pena.
    Valencia es, esta muy guapa, ha mejorado ademas en estos últimos 40 años que sería interminable citar todas sus mejoras. Parques preciosos, Bioparc, El jardín del Turia, El paseo Marítimo, La Marina Real, todo el puerto con la rehabilitación de sus tinglados, y mas y mas. Se ha convertido en una ciudad de contrastes. Ya lo hemos hablado D. Jose, pero se imagina el turista, el guiri, cuando coge el BUS turístico y me lo pasean por la ciudad de las Ciencias y luego lo llevan a la Estación del Norte junto a la Plaza de Toros en pleno centro, lo meten por EL CARMEN y luego el se va a comer a las Arenas a cualquiera de sus restaurantes?? waaaa!!.
    Y eso que hay gente muy interesada en pararla, en que no se abra demasiado al Mar. Sería demasiado. BARCELONA, ALICANTE, SAN SEBASTIAN, SANTANDER, Y...
    Pararla que se nos va..
    jejejejeje. Ya han sonado las 3 del día 7 – Nos vemos.

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