domingo, 26 de septiembre de 2010


Fotografía de 1966.
Antigua escollera de El Grao de Valencia, camino hacia el primitivo
faro.
(Hoy, esto se ha convertido en recuerdo)
Creo que la capté con la primera máquina que pude comprarme con mis primeros dineros ganados currelando: Una "Berlisa" con flash incorporado. (Más o menos, tres meses de salario ahorrado)
Sí, era mi más íntima intención, a pesar de lo soltado hace uno o dos días, el volver a evacuar aquí pesares.
No, no tengo el día adecuado ni ninguno de los resortes de la escritura se me mueve.
La imágen de la foto me representa hoy. Me ha reventado la ola encima. Lo malo es que no soy tan duro como estas rocas.
Pero esta ola con sus espumas no huele a mi mar Mediterráneo.
Es seco, demasiado espeso su olor, algo o bastante desagradable. Va socavándome, desgastando. (de hecho estas rocas captadas, hoy, ya no existen)
Brindad por mí.
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano

1 comentario:

  1. Nada mas ver la foto, la he recordado, no me ha hecho falta leer el comentario.
    Yo la he tenido pegada en una de mis habitaciones junto con otras, y también recuerdo que, creo que llegó a ganar un premio en un concurso-exposición en el “Club Bancoca”

    Brindo por la foto, lo pasado y por Vd. Pero también brindo por lo nuevo, por el esplendido y remozado Edificio del Reloj, los tinglados preciosos y rehabilitados, por la nueva marina y dársena, por el grandioso y bonito nuevo edificio Velles y Vent y por el nuevo futuro que le espera a ese nuestro puerto que a la vez que envejece se transforma para bien, se moderniza se adapta a la nueva y vieja Valencia.

    Estoy seguro que un futuro próximo, cuando todas las gestiones, flecos y ajustes de la copa de America se hayan aclarado, se tomen decisiones sobre los edificios efímeros,
    nuestro puerto, no tendrá competencia y será todavía mas gozada darse una vuelta y disfrutarlo. Esa vuelta e incluso puede hacerse genial si la enlazas y sigues por el maravilloso paseo marítimo que acompaña la playa de las Arenas, Malvarrosa, Alboraya (seguro que algún momento distingues los colores de Sorolla). Puede o podemos pararnos en ese recorrido a tomarnos un aperitivo en cualquiera de los chiringuitos y famosos en toda España del Paseo Neptuno; Aunque yo me lo tomaría en el nuevo Hotel de las Arenas, Donde en el Balneario que había antes, tantísimo hemos disfrutado y tantos recuerdos tenemos. Es un privilegio sentarse en cualquiera de sus terrazas y disfrutarlas. La rehabilitación ha sido más que dignísima y acorde con esta nueva Valencia de que estamos hablando.

    Si se tienen buenas piernas yo recomiendo seguir, darle un vistazo a la casa-museo de Blasco Ibáñez, y nada mas entrar en la parte de Alboraya, ver si tenemos mesa en Casa Navarro para comer y degustar el arroz que prefieras.
    Si antes has dado una vuelta por el mar desde el puerto en uno de los antiguos Ferri o nuevos Catamaranes, seguro que has hecho ganitas.

    Ya para terminar el día, por la tarde si vas con alguien de fuera, tienes un verdadero problema si resulta que se va al día siguiente; Porque elegir uno o dos sitios debe ser un dilema. Por cierto ¿Habéis estado en las terracitas del nuevo y rehabilitado Mercado de Colón, tomándose una buena cerveza o una horchata? También vale la pena. Aunque desde la cafetería del Corte Ingles de la Avda. Francia, hay unas vistas de toda la Ciudad de las Ciencias, realmente única. Y por la noche vete a la Plaza San Miguel DEL CARMEN, pegándole un vistacito al Portal de Valldigna.

    Y remordimiento de conciencia que se le queda a uno respecto al visitante, si no ha podido ver: Aunque sea parte del Parque de Cabecera-Biopark y del cauce del río, la Plaza de Toros junto con la fachada de la estación de Renfe.

    Después de todo ello y ver como ha ido cambiando “para mi, bien”, puede soñar Vd. y también yo, y recordar con nostalgia: Cuando íbamos a coger lapas en ese antiguo puerto y salían ratones como conejos, las bellas estampas del pescador y que Vd. tan bien tiene fotografiadas, los partidos de futbol en la ruina de playa que era la Malvarrosa pero que a nosotros poco nos importaba, los felices días en Las Arenas jugando por “la Montañeta” y el cine de por la noche después de haber participado en el concurso de castillos de arena.
    Igual que las personas, “las cosas” desaparecen se transforman, pero mientras que nosotros no desaparezcamos, Ahí estamos nosotros para recordarlas y contarlas.
    ¡Joder por donde he salido! Que conste que todo sin animo de ninguna polémica, ni segundas.
    Para terminar (que ya había terminado), recordaba unas fotos en una puesta de sol del Saler. Seguro, Seguro que Vd. también las recuerda y también llevaría a nuestro hipotético visitante a ver el Saler y su puesta de sol.

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