lunes, 24 de octubre de 2011

TODO VUELA. HASTA LA ESPERANZA.


Fotografía de ENERO de 2006


Me pidió un gin-tonic.
En el claroscuro del salón
se lo bebió
 con trago calmo.
 Yo la miraba;
el alma intranquila.
Se fue de la calma,
sólo alborotada por
un estúpido parloteo
televisivo.

Poco tiempo pasó.
La vi salir de nuestra alcoba.
Una bolsa pequeña de su mano colgaba.
Gesto frío en su rostro;
en su mirar, casi hielo.

"Adiós, me voy" -no dijo más,
seco, dedfinitivo, sin pausa de duda
o concesión a la ternura,
aunque dominada-
Tampoco hacia falta más.
Aquello era una fina y sueve
explosión de un encono de años.

Me levanté con agua salada en los ojos.
Fue directamente hacia la puerta...
¡¡Dita sea;  NI UN BESO!!
Vi, noté el rechazo creado
entre su espalda y mi cuerpo;
era decidida marcha.
¿Huida?
No lo sé.
Son cuestiones difíciles...
¡Pero cómo duelen!

La seguí durante un tiempo.
Yo la veía con mi mirada nublada...
¡¡Dios, que se iba...!!.
Ella , a veces, se volvía, me veía seguirla,
-ya cordero moribundo-
¡Qué expresión tan difícil en sus ojos!
Me veía seguirla
con varias miradas en una...
¡Que sí... Lo juro!
Desde mi lejanía, un amor recordado,
como muy vivamente,
en sus ojos.
Al tiempo,
brillaban las cuchilladas
de un conflicto de desamor.
Me repelían esos rescoldos;
esos rasgos de pena en su mirar,
como con destino a perro abandonado que fuera.
Pero también me llegaban
trallazos como chispas
de las explosiones
de postrimerías
de un amor que fue pura explosión...
permanente...
¿Estaría ella sufriendo?

La seguí pisando cemento,
quizás esperando un milagro...
¿una  flor crecida en el asfalto?
La seguí ya llegando a los campos,
pisando barbechos y hasta sembrados
(Ay, ella cada vez se volvía menos)
Llegamos al puro monte...
hierba, aromas de sanos matojos,
silencio con alboroto de
pájaros que no saben de amores,
sólo de apareamientos,
y cuando a su tiempo el instinto los mueve,
(¿serán por eso tan sanos, tan inocentes...?)
Subió ligera,
 ya ni volverse una vez siquiera;
alcanzó cumbre y fui perdiendo
su figura.
Sin volverse seguía.
Coroné lo alto...
Al otro lado ya no la vi,
ni tanto así de los reflejos de su pelo
(ya de débil color),
esas mechas blancas
que tanto de amor se erizaban.

Me pareció, aún en la lejanía,
más grande su, en principio,
pequeña bolsa.
Quise deducir, ¡así tenía que ser!
que ahora cargaba,
como incongruente amalgama:
por dejarme: un gran dolor;
por su firme decisión: otro más grande dolor.

&&&&&&

Me crié en las orillas del mar.
Amo y temo y respeto al mar.

Los cuatro "elementos" me zarandean:
Tierra;
Agua;
Aire; y
Fuego.
Ella, quizás, no hizo caso
del verso de Benedetti
(Cito de traicionera memoria):
"No borres el camino por el que te vas,
no sabrás volver"
O ella lo borró
o el mundo se lo comió.

Cansado de horizontes terrosos,
como paridor de mi esperanza,
todavía viva,
me fui a MI mar,
el de mi niñez, adolescencia
y primeros amores...
¡No había otro:
El mar, MI MAR!

El Fuego abrasaba mis quimeras.
El Aire, con su viento, las volaba.
La Tierra, hecha arena, dejaba escurrir
su firmeza por entre mis dedos.
Sólo el Fuego mantenía
(¡y con desatadas llamas!)
mi presencia diaria
sobre la arena, piernas cruzadas,
sin apagar mi esperanza.
Es un mar amable,
siempre, a dirario, me trae
sus suaves rumores, siempre;
yo absorto mirando sus ondulaciones,
siempre iguales,
nunca iguales,
sus venidas y resacas,
jamás ni en tanto así parecidas...
amores y calmas,
amores enfurecidos,
calmas resignadas, rendidas.

Si se me fue por tierra,
¡¿por qué por mar no volverá?!
(Desvaríos de un extremo amor)

Un día,
no muy alto el sol estaba,
algo lejana,
vi (o quise ver),
entre las espumas reventonas
de las olas, lejanas, explosivas y altas,
algo alejadas,
una figura.
Su color era de pura carnalidad.
Su avanzar, decidido, hacia la orilla,
(¡hacia mí!)
no era arrastrado
sino dominante:
una rodilla, un muslo;
otra rodilla, otro muslo.
Mojados sus cabellos,
la melena, corta,
castaña y blanca,
o se pegaba en hebras a su rostro
o bailaba con el son del viento.
Sentado sobre la arena,
mi cuerpo se enervó.
Por entre su mojada boca entreabierta,
se escapaba su tan
singular sonrisa.
Sus pechos eran los de siempre:
¡apuntándome!
Bajo de su vientre,
un punto espeso lleno de oscuras promesas.
Casi abandoné mi postura
de piernas cruzadas
sobre la orilla, cerca de las espumas.
¡Dios, ¿volvía?!

No sé cuánto tiempo corrió,
yo con la visión embobado.
De pronto,
un golpe más fuerte del habitual pacífico mar,
justo a mi lado
depositó un leño,
de regular tamaño,
negruzco, quemado,
como para tiznar esperanzas.
(Mi cabeza pensó por sí sola:
otro amor quemado... ¿Por exceso, por cansancio,
por el tiempo... por escaso?)

Comprendí,
para siempre, allí,
que estaba donde siempre:
¡en el cochino mundo!
que perdió La Esperanza, y lo peor:
el Amor.

Abandoné mi postura;
me tendí entero de espaldas
sobre la suave y clara arena.
Arrullado por la música
del mar
y mirando al claro y limpio azul
vi mi esperanza
hacia rriba, muy alto, volar...
Hasta perderse.


DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano









3 comentarios:

  1. D E S V E N C I J A D O: LO QUE NO MATA FORTALECE. Y una mierda. ¿O no? ¿O si?

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  2. Desvencijado,
    Menos mal que lo tuyo no es la poesía porque me has dejado anonadada y no te lo digo por decir.
    Eres tierno, romántico y pasional. Dices las cosas tal cual son, sí, pero te sale la melancolía por todos los poros de tu dermis.
    Parece que cada estrofa la hayas vivido, que sea parte de tu vida, de un amor perdido…
    Eres un maestro del que no dejaré de aprender y mi blog recién nacido, se nutrirá con tu saber.
    Si te apetece leer algo que acabo de escribir, porque casi todo o tengo escrito de una u otra época de mi vida, puedes leer las dos últimas publicaciones.
    No dejes de enseñarme y de quitarme el miedo a llamar por su nombre a cada sentimiento. Gracias.
    An@

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  3. estimado pariente, me he emocionado al leer estas palabras;en cuanto al amor....que dificil y que amargo puede ser y que felicidad se encuentra en él,pienso que hay que tratar de quererse uno mucho a sí mismo para no perderlo de vista..
    es una manera de seguir amando y de atraer el amor ansiado o la paz interior, las demás personas van y vienen pero uno siempre permanece y el amor está dentro de todos...

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