sábado, 3 de diciembre de 2011

AUTOBIOGRAFÍA DOLOROSA

Fotografía de Febrero de 2009

Desde que inicié este blog, llevo como el peso de una falta dentro de mí: He escrito de muchas cosas, comentando actualidad, dando mi oponión... en fin, temas muy diversos hasta rozar temas personales biográficos (siempre con su debido maquillaje), y este hueco culpable es el dejado a un AMIGO, al tramo final de uno de los muertos que más vivo conservo en mi alma.

(Los relatos anteriores a éste -antiguos, como ya dije- sí que fueron publicados, aunque más valdría no se hubiera producido tal hecho; enfado más que alegría me produjo el verlos tal malamente tratados en "supuestas publicaciones literarias
Éste de hoy, no ha sido publicado; sí fue leído casi en su totalidad en una sesiones literiarias de muchísimo mérito para un pueblo tan pequeño en el que a veces me refugio (ALATOZ -La Manchuela - ALBACETE).

Es el relato auténtico y MUY VIVAMENTE SEGUIDO de la muerte de un ser muy querido aunque tuvo trallazos de esperanza, más deseada que real. De aquí el que fuera escrito "a trozos", en fechas no contínuas, según los acontecimientos nos iban asaetando el alma.

Se inician los escritos en Abril de 2003.
En sus troceados quejidos irán apareciendo las fechas... hasta la última.



RABIA, MUCHA RABIA.

Cuento, o lo que sea, con epílogo que hoy no sé.
Epílogo que tal vez escriba en su momento lleno de alcohol
de brindis alegres y sepultado bajo millones de risas
y pétalos de mil colores, o...
Desde abismos de negros crespones e infiernos crueles,
maldiciendo con más ira que ahora.
No sé, ni saberlo quiero.
Los dioses a quienes pregunto, ellos dirán.


                                     A mi amigo RAFAEL VILA.


                                               &&&&&&&&



R A B I A , M U C H A  R A B I A

Estábamos juntos como tantas veces antes, durante muchos años. Pero ese día tenía una impronta especial: A mi Amigo le iban a dar un diagnóstico médico definitivo. Salió de la consulta y vino hacia mí con el gesto contraído y un brillo intenso, muy intenso en los ojos. Me clavo su azul, gélido y brillante, muy brillante mirar en mis ojos, en los que yo me notaba el temor, el pavor de ver claro: “Me ha tocado, tengo un pequeño tumor cancerígeno en los pulmones, pero –siguió diciéndome y tanteando la broma- matón, pequeño pero matón”. Procuré disimular el impacto y la licuación que presionaba por reventar en mis lagrimales. Mientras, mirándolo y oyendo los detalles, como si sus presencia y sonido me fuesen ajenos, desconocidos, como si del paso de una intrascendente conversación al de una tremenda comunicación siguiente todo hubiese cambiado, como si mi Amigo fuese otro, un desconocido, alguien cuyas cosas duelen como duele la lectura de un periódico a un cotidiano y vacunado lector diario como yo, iba cargándome de la dosis ordinaria de ira hasta que, de repente, todo se me hizo real con infinita crueldad: El que me hablaba y miraba era mi Amigo, no un desconocido. Y me estaba diciendo que me podía, que cabía la posibilidad de que me dejara por un cáncer si no sé qué tratamiento no resultaba... Y ya mis neuronas, nervios, poros, fibras, tendones, carnes y almas, todo en mí se desembridó... Y todas las putas que en el mundo han sido, son y serán quedaron, quedan y quedarán cubiertas, ahogadas en mierda, en la fabulosa cantidad de mierda que mi rabia generó y dejó en proceso de fabricación para que mi pretendido y nunca conseguido desahogo se colmase algún día, si podía.


¡¿Cómo cojones, díganme, se rellenan estos tan abisales y negros vacíos del alma, me cago en todas las putas del universo?!


===ooo===


Tengo el alma de poeta.
Y ahora poeta quisiera parecer
(Parecer: a la vista física de los demás, ser)
Poeta para, con rabia esproncediana,
cantar mi desesperación.
Pero, ¿qué técnicas sé?
¿O es que poesía es técnica?
Quiero decirme, y convencerme: Tal vez lo fue.
Quiero creer, porque para mis intenciones sirve,
que poesía escrita es lamento o alegría del alma,
sentimiento.
Un intentar decir un sentir.
Y la técnica, la rima y el corsé
frenos al grito que se dice son.
¿Lo creo porque a mi agrafía se acomoda?
Tal vez. ¡Y qué!
¿Deben los lamentos del alma ser sinceros o bonitos?
¿Bonitos y sinceros? ¡Carísimo se me pone!
Cuando en hablando del mundo,
de esta puta vida,
te sinceras,
¡Ay, qué poco bonito suena!

==ooo==


58 años.
He despedido a un Hijo y a dos Amigos.
Otro Amigo me dice que podría irse, pronto.
¡¿Saben los dioses lo que es un Hijo,
lo que un Amigo es?!
¡¡Quiero conocer a un dios de esos!!
Le gusta al humano irse, moverse, despedirse.
¡No le gusta despedir, vivir la marcha de otros!
¡Joder, si es sencillo!
¡Qué dioses de mierda serán que esto no entienden!
Quiero conocer a un dios de esos.
Quiero que me explique, con él hablar
(Hablar entre dos: Comunicarse, decir, oir, asumir, contradecir,
razonar. No sumisión, no acatamiento servil. Que la razón se adentre
en lo inrazonable, que navegue por lo inasible,
que entienda y dé realidad a lo inentendible y a lo irreal)

===ooo===


Préstame, Espronceda, tu bomba.
Pero sólo la bomba. ¡Yo pondré su intención!
La dejaré, sí, caer mansa del cielo.
¡Pero yo elegiré los muertos!
Recorreré tu cementerio de muertos bien repleto.
¡Pero a unos pisaré y a otros besaré!
Mándame a tus queridas
sin chales en los pechos
y al aire el muslo bello
¡A ninguna reparos pondré!
Quiero agotar, encalmar mi rabia,
y nadando entre litros de semen hirviente,
lanzarla afuera.
¡Que el mundo sienta también mi dolor
por la salpicadura ardiente
de mi líquida y espesa alma!
Porque otro amigo se me puede ir, dejarme.
¡Y soy tan rico en Amigos,
tengo tan pocos!

¡¡Quiero, coño, conocer a un dios que me explique!!
Más: Que me apacigüe. Que, al menos, lo intente.
Me siento ahora así de egoista.
¡Y no lo lamento ni perdón pido!
El inmenso sufrimiento del mundo
no me afecta, ahora.
Es el mío, ahora, el insufrible,
el que mi alma abrasa.

¡Quiero, coño, conocer a un dios que me hable!
Porque, dioses, por vosotros: Piedad
¡Soy tan rico en amigos,
tengo tan pocos!

===oooOooo===

Alatoz, 25 Abril 2003
Luis Ramírez de Arellano


15 Septiembre 2003

= EPÍLOGO A “RABIA, MUCHA RABIA” =

(Ruego sea el primero y último)

No estoy lleno de alcohol por alegres brindis ni sepultado bajo millones de rosas y pétalos de mil colores.

Es mi infinita alegría de hoy solitaria y serena. Gozosa, tanto como los sentimientos más profundos se pueden gozar en soledad, esa soledad tan necesaria para pensar, revivir e intentar asimilar los sucesos fantásticos que tocan tu vida.

Tiempo habrá, y vendrá, de la celebración pagana y mundana de gritos, jolgorio y copas. Ya vendrá porque mi amigo Rafael, ¡se ha curado!. Le queda recuperar sus antiguas fuerzas. Mas los galenos insisten: “el cáncer ha desaparecido”.
De momento, me recojo en soledad para desperezarme, con infinitos sosiego y contento, zambullido en las cálidas aguas de una recobrada esperanza en la vida.




= ÉSTE TAN DOLOROSO DOLOR =
(Segundo y maldito epílogo a RABIA, MUCHA RABIA” de unas páginas atrás)






¡Qué dolor tan intenso!
¡Cómo duele el empuje de este designio ineludible!
Me duele el vacío del blanco de esta hoja.
La negra plenitud de la tinta, me duele.
Me duelen las yemas de los dedos apretando la pluma estilográfica.
¡Me duele la pluma!
La muñeca que se desliza; el brazo entero,
¡me duele!
Me duele el corazón, que bombea directo a la intención.
Me duele el desprecio a la razón en este grito; pura alma.
¡Es tan caliente, tan hirviendo está!
¡Qué dolor tan intenso!
¡Qué doloroso dolor!
Tengo que escribir del Amigo, enfermo de muerte... Y, ay
¡Cómo duele el empuje de este designio ineludible!




Nos equivocamos todos; nos “quisimos” equivocar. El malhadado mal escondido estaba. Tronaron las palabras y frases feas: Sistema linfático; agresivo; posible metástasis; páncreas y cerebro, mala cosa; nueva quimio; radio; quimio fortísima... ¡Qué tremendo dolor!
Uno, utópico incorregible, piensa que cuando a un humano, especie tan orgullosa de su condición, se le somete a un asqueroso proceso de degradación física, a una ultrajante humillación de su dignidad vertical, a un sufrimiento tan difícil de soportar, se le deberían adormecer o entontecer sus neuronas, anestesiar los centros nerviosos del cerebro que registran, procesan y traducen las sensaciones que músculos, huesos y cartílagos le remiten.


El Alzheimer llega a un punto en el que se torna caritativo para el trágicamente mordido por él: Todo se borra en el gris laberinto del cerebro; se acorchan las sensaciones; parece que todo se torna en mera reacción de instinto animal; bendito abandono del análisis racional. El cáncer no. El maldito cáncer es puta crueldad hasta los últimos instantes. Obliga a su víctima a vivirlo, a convivir con su purulencia. Manteniendo intactos los vericuetos gozadores y sufridores de la masa blanda de nuestro cráneo, hace que el dolor, físico y anímico, lo perciba el torturado tan espantosamente real que, buscando paz hasta en la incongruencia, no se admita como humano tan extenso y cruel dolor, tan sentido... ¡tan pensado! No se admite ni como humano, ni como justo, ni como merecido, ni como... Ni tan siquiera como interrogante.
Yo tenía un Amigo con una determinada apariencia, con un personal empuje,
con un mirar azul vivísimo hacia la vida, con una prestancia social, con una aproximación hacia la hiperactividad, con un tierno mal genio, con un gozoso secreto –conocido al amor de una amistad añeja caldeada con cervezas, humos y orujos-, con una decisión de hombría de bien en su vida, una muy determinante decisión... Yo tenía un amigo...entrañable. Gozaba yo de su vitalidad, de su fuerza, de su darse. Lloraba con él, entre colillas y lúdicos y lúcidos razonamientos, “etilizados” en su justo grado, de su secreto gozoso. Aplaudía su triunfo sobre la tentación, este tipo de tentación que lacera tanto si la vences como si en ella sucumbes. Maldecía con él ésa como penitencia con la que nacemos por causa de un pecado incomprensible: La obligación constante de elegir.


Pero a este Amigo lo hirió el cáncer.

¿Adónde fue, querido Rafael, tu humana presencia tan conocida por mí? ¿Qué fue de aquella tu imagen? ¿Dónde escondiste tu humor agrio, nada sutil? ¿Dónde, dime, anda ahora tu pecho abierto dispuesto siempre a derramar síes, entregas y favores? ¿Cómo, querido Amigo, soportas tamaña infamia sobre tu cuerpo? ¡¿Cómo coños aguantas la película que tu mente proyecta, crudelísimo retrato de tu degeneración, de tu tan doloroso dolor? ¿Era necesario, para morir, tu indigno proceso de pudrición, el tremendo sufrimiento de tu intelecto viviéndolo? ¡¡No!! No era necesario. Ni justo. Ni humano...

(No hay que preguntar –he aprendido ya- nada sobre este absurdo que es la vida. Menos aún sobre lo que, por y en ella, soportas y sufres... Hay que vivir despreciándola; es lo que procede)

A lo mejor, Amigo, me da un algo y muero yo antes que tú. No sé -¿lo sabe alguien? Debería- lo que tu jodido mal te permitirá ver, oir, sentir, vivir... ¡¿Vivir?! Hoy sólo sé que a aquel dolor egoista plasmado en páginas pasadas se le ha borrado ése que decía su egoismo. Yo no sólo me duele mi previsto dolor por el anuncio de tu marcha. Hoy me duele, como una llaga quemante, tu dolor. El verte doliente en extremo, cómo me duele. Hoy no es propio, mío, mi dolor; es tu dolor el que se instala en mis células... ¡Es verte, oirte, sentirte... y llorar cristales!

Pido a ese Dios de los dos, que va ya siendo bastante más tuyo que mío -¡tanta decepción, tantísimo dolor, son plomada en mansas aguas!- que no sea largo ése tu negro dolor. Que para bien o para mal, acabe de una vez. ¡Ya está bien! Tanta humana condena hacia la tortura del hombre para con el hombre, y ¡¿no es inmensa la tuya?! ¡¿Y quién te la aplica?! ¡¿Se complacen en ella dioses y diosecillos de aquellas mitologías de tan antiguos ancestros nuestros?! ¡¿Qué maldita corriente de aire, qué ventarrón desvía de su destino las humanas súplicas?!
¡Tanto me duele tu inmerecido dolor!
¿Qué hacer, al cara a cara verte, con mi dolor; cómo esconderlo?
¡Qué dolor tan intenso!
La bicha te consume, querido Amigo.
Te hunde, Rafael, todo el espectro del dolor.
Superaré tu muerte; indigna obligación de la condición humana. Pero,
¡no superaré tu dolor!
Y encima, amado Amigo, querido Rafael,
mi bicha dulce y amarga de hoy,
mi mal tremendo por unos pocos
no es sólo sentir el hachazo de su dolor, sino,
para más desdicha mía,
con palabras y frases me urge hacer tangible ese dolor
realizar ese dolor, hacerlo real en grafismo, y
abrazarlo y gozarlo;
sentir que la letra eleva,
aun con tremendo dolor,
éste tan intenso dolor,
ése tu tan doloroso dolor.


Luis Ramírez de Arellano
En Alatoz (La Manchuela-Albacete) en una maldita Semana
Santa, semana de pasión para un Amigo, del año 2004, en su                                                         mes de Abril.


= SE CUMPLE EL COLMO DE LA ABSURDA VIDA =
(Y ENCIMA, CON COCHINA CRUELDAD)
(Definitivo epílogo a RABIA, MUCHA RABIA. Y, aunque esperado, muy triste)

En la madrugada encalmada y de bochorno de un dia de tardía primavera, caluroso y muy luminoso, ha dado mi Amigo su última bocanada de sufrimiento.

Adiós, Rafael. Sólo por amor a ti, por respeto a tus sentires, cabría decirte, en lugar de ese pesimista “adiós”, un “hasta luego”, o “hasta pronto”... Yo, es que... ya sabes, cada vez sé menos de todo y de nada entiendo nada.

En fin, sea como tú lo quieres: Espérame con los chupitos bien fríos; el carajillo para ti; el mío solo... Seguiremos charrando. Y volveremos a fumar.

                                                                       Luis Ramírez de Arellano
                                                                      Valencia, 1 Junio 2004

(Reabilitado aquí con fecha 3 Diciembre 2011 por DESVENCIJADO)


 





















































































































































































1 comentario:

  1. Estoy contigo. En estos momentos mis dedos no pueden deslizarse por el papel… No tengo ganas ni quiero. Tu verdad, es la verdad más cruel.
    No conocí a mis abuelos, pero mi padre me dejó a los cuatro años de no sé qué por aquel entonces, su espesa sangre se exteriorizaba por todos los poros de su marchita piel.
    Perdí a mi mejor amiga cuando tenía quince años: nos atropellaron. Íbamos en fila de a uno por el arcén izquierdo, menos yo, que llevaba protección a la derecha porque me había fumado un paquete entero de celtas sin boquillas. Con la colilla de un pitillo me encendía el siguiente… y el colocón era supremo. Mi amiga no me hablaba por líos de un chavalete, paramos y me até la chiruca, ella ocupó mi puesto y ¡zassssssssssssssss!. Murió hinchada como una peonza y reventada por dentro.
    Hace año y medio me dijeron que me quedaba viuda, en la puerta de la UCI: mi esposo, con tan sólo cuarenta y cuatro años, había sufrido un infarto masivo. Sigue aguantándome todos los días, pero su corazón está mças remendando que el cuerpo de “Robocop”.
    Por si era poco, parió la burra. A un conocido muy cercano, cincuenta y un años, le quedan menos meses que ha este año. Por un puto cáncer similar al de tu amigo.
    Sí, ¡esta puta vida es un mierda!. Pero a esos dioses que pululan por el firmamento, no vamos a darles la satisfacción de que se enorgullezcan de nuestras mierdas.
    A veces, pienso que el Alzheimer lo desarrolla el mismísimo cerebro para olvidar que no te reconoces en el espejo, y los días pretéritos de pena y gloria (por desgracia mucho más abundantes los primeros).
    Nací optimista, bueno eso hago creer a quienes me rodean… Pero, por desgracia sé desde hace mucho, mucho tiempo, que esta vida está repleta de alambres de espinos que te desgarran la carne y hasta los huesos, a cada paso del camino.
    Emborráchate a la salud de tu amigo, si está en algún sitio y te ve, hará lo mismo. Y si todo se queda en esta porquería mundana, por lo menos rememorarás los días que, ebrio, anduviste junto a él con las putas y los tuertos.
    Buenas noches Des,
    Ann@ Genovés

    ResponderEliminar