lunes, 17 de mayo de 2010

AMIGOS



En sepia, el color habitual de mi alma.
Es éste un tema que tengo pendiente hace mucho tiempo para mis diarios.
Omitiré algo, pero he decidido arrojarlo aquí, aunque sea cojeando.
A pesar de haber confesado que soy "facilón" en abrirme, no lo soy tanto en consolidar una amistad. Debo declarar de una vez que la "AMISTAD" para mí no es que pueda llegar, es que es bastante más grande que el amor. De hecho, cuando uno consigue llegar a vivir todos los muy íntimos matices de una AMISTAD con su pareja habitual, puede presumir que ha alcanzado la cima de un auténtico y grandioso amor. Si no llegas a esos hilos tan finísimos de los susurros del llanto de una amistad herida o a compartir la risa de un posible enorme bienestar de esa amistad, con lo que tú llamas tu amor, lo siento, no has llegado al fondo, a la culminación.
¿Y a qué viene esto? A lo sencillo: He tenido (y creo que ya no llegaré a más) muy pocos AMIGOS.
Encima, los que no he perdido "a la fuerza" se han empeñado en desaparecer de mi vida. Y aseguraría que por ninguna inquina hacia mí, sino, a todas luces por su puñetero carácter, que, hasta hoy siempre calificaré de equivocado.
El primero (no porque lo sea sino porque así me viene a la memoria): El típico hombre duro, durísimo y frío, pero que a la mínima intimidad notabas el calor de sus adentros, de su corazón. Debe de ser muy duro, el llevar siempre un disfraz metálico, helado, ocultando algo caliente, como mínimo templado.
Ya hace más, bastante más, creo, de un año, el contacto con este ser querido, AMIGO, cesó. Él lo cortó. Vive en otra ciudad. Esta cosa tan moderna del e.mail, mantenía una aorta invisible por la que nos intercambiábamos sangre, comunicación. Ambos sabíamos de nuestros muy particulares problemas, íntimos y de cualquier tipo. En algún momento, uno, o "el" problema suyo reventó, y, como se diría hoy en día: despareció de la red. No contesta a nada. Deduzco: Nada quiere que sepa. Así lo ha decidido y yo así lo respeto. No mas espero saber de él algún día, cuando él lo quiera.
Me duele especialmente, porque este hombre nunca alcanzará a calcular, primero, el bien que me hizo como amigo y, derivándose de ello, todo lo que queriendo, o tan sólo insinuando, llegó a hacer por todos los míos, por la familia entera. Algo llegué a agradecerle, pero no pude alcanzar su entrega.
Este tipo, pertenece (supongo que aún vive) a esa rara y especial especie de humanos que piensa que a los amigos sólo hay que transferirles y con ellos compartir alegrías y buenas noticias. No llegan a comprender que, quizás, el otro, el amigo, pueda no ser como él: Y el amigo sufre más, mucho más (yo) viviendo en la ignorancia que sabiendo su pequeña desgracia o gran desventura.
En fin. Sigo y seguiré esperando noticias tuyas, AMIGO.
(Este tama me sangra algo. A ver si mañana sigo. (No creer "luego en asunto", ya he principiado con que he llegado a esta edad teniendo pocos AMIGOS, vamos según lo que yo entiendo por AMIGOS)
DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano

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