AY, "ARELLANOS"

Por culpa "suya de Vd.", he roto mi decisión de olvidarme de este blogg hasta el próximo lunes.
Lo descubro a Vd. muy atrevido: Nada más y nada menos que en la propia Valencia tiene Vd. el valor de meterse con las fallas y, peor, los falleros (claro que -yo también me mojo- son más de temer "algunos o muchos falleros" que la propia fiesta valenciana de Las Fallas)
A mí, hace tiempo, me encantaban las Fallas, aunque nunca he sido fallero. Me elevaba el ánimo ese ambiente tan de la Valencia casi primaveral de jolgorio y ruido encantador de una mezcla de música -pasodobles-, estallido de pólvora y, enseguida, el ambiente invadido, llenándote las narices del embriagador -para mí al menos- olor de los humos de unas buena mascletá recién disparada.
Me pasó como con los toros, o parecido: Me fui desilusionando al ir mi razón cumpliendo años: ¿Puede una fiesta "oKupar" una ciudad con peligro, ante cualquier grave incidente, de que no consigan llegar a donde son necesarios los servicios de bomberos, ambulancias, médicos de urgencia, etc.? ¿Puede una ciudad de casi un millón de habitantes -en fallas muy multiplicada esta cifra- verse sometida a caprichos de carpas, pasacalles, cortes por "fuegos", y más y más cosas? ¿Puede la gente que sigue trabajando o no dormir por las verbenas de las carpas o los cortes de calles no poder cumplir con el trabajo que lo sustenta? ¿Puede un grupo -grande, lo admito- erigirse durante casi quince días en dueños y señores de la tercera capital de España, y -conste, ni mucho menos, no todos- "legislar" a su capricho por dónde debe Vd. meter su coche y no se le ocurra tocarles el cláxon, para sus adentros esto es como si insultaras a "SU" Valencia o les retorcieras los huevos? Callémonos ya. Estar a la contra en esta tema, en Valencia, es peor que los peligros que corren los imbéciles que se van a hacer turismo a Afganistán.
A pesar de todo, en un fondo muy nostálgico, me siguen gustando Las Fallas. Pero esto es lo mismo que cualquier tonto que sintiendo unas determinadas ideas, se afilia a un partido y ya, tajantemente, no puede opinar nada en contra "del Jefe" de ese partido.
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No volveré sobre mi largo estudio de la fiesta -y los recovecos de cada uno de los puntos y suertes que se suceden reglamentados, muy reglamentados- Me deprime el debate abierto cuando, insisto, casi -no todos, ¿eh?- la mayoría que gritan a favor o en contra no conocen a fondo los interiores y profundidades de la lidia, con reglamento, prácticamente, en todos sus artículos, en favor de la vida a sacrificar, la del REY, el TORO.
Un punto, quizás, se me olvidó: Ni me gustan ni admito en ningún caso las fiestas de muchos pueblos españoles cuya principal atracción es servirse de un toro, novillo o vaca para, de la forma más cruel y humillante, vejar hasta matar a tan noble animal. No, esto no. Nunca. Jamás. Esos festejos, nunca deben ser comparados con la bellísima fiesta que ampara la lidía y muerte de un TORO de lidia.
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¿Y qué espero de El País? Pues Vd., amado Arellanos ya lo sabe, la idea general del periódico que cojea como yo. Ya sé que Vd. no me hará caso jamás, pero debería, durante una temporada (pequeño sacrificio), leer diariamente este periódico y a sus columnistas o firmantes de artículos de fondo. Vapulean, y de qué manera, la situación actual de España y el comportamiento de los que pretenden salvarnos, unos y otros. En fin...

DESVENCIJADO
Luis Ramírez de Arellano