sábado, 6 de marzo de 2010

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Cedo a su insistencia de tratarnos a su manera.
Así que "mirusté". ¿Acaso creía que yo creía que Vd. se iba a callar? ¡Por l'amó de Dió! Si ya dije que nos conocemos desde chiquititos, más aún desde aquellos años en que aquél que hablaba "sin acritú" nos arrastró entusiasmados a su mítin en la Plaza de Toros de Valencia. ¡Estaba naciendo una nueva España! Algo que ni tú ni yo, perdón, ni Vd. ni yo, conocíamos. Con su facilísima jerga consiguió sembrar España de ilusión, y mira tú después, hasta consiguó que de aquella ecuación que todo el mundo sabía resolver, oficialmente, no se despejara la famosa "X". Fue el gran artífice de lo que dio en llamarse "el desencanto".
Pero a lo que nos interesa. Tiene Vd. razón en cuanto a lo medios. Quizás se me coló una mala expresión. aun así, ojo, no me envaine Vd. a la señora o señorita María Antonia Iglesias porque además de no poder oirla tampoco puedo ni verla. Casi todos, o creo que todos los demás, de acuerdo, pero Vd. no me debe negar que es muy lógico que uno acuda con su vista y oídos adonde sus adentros reciben y digieren mejor lo que ve y oye. Y repito, conste, y Vd. lo sabe, que ya leo y veo "de todo", pero fue algo superior a mí, no pude, lo siento, volver con el César y su amigo. También acepto lo que salta a la vista: Ambos tienen una cultura enorme (para mí, sólo para mí) pero mal aplicada. Es como si dos tíos, o tías (cualquiera no las nombra a "ellas" hoy en día) con una altura física de más de dos metros en lugar de dedicarse al baloncesto o voleibol se largaran a robarse unas brevas, las de la copa de la higuera, las más dulces.
Y después de todo esto, qué, ¿no hemos quedado como siempre? Amándonos tiernamente (buf, qué mariconada me ha salido) y más ya en la fase de los orujos.
¿A pesar de todo, me va Vd. a endilgar otros repaso con la dichosa Escalera Real que en maldita hora nombré, y demás cosas? (Debo aclarar, para muchísimos valencianos, la Escalera Real no será nunca maldita, porque además de, junto al edificio del reloj, formaban una muy querida seña de identidad del puerto, yo y muchos, hemos pasado muy buenos ratos, sentados en sus escalones y charlando en tanto anochecía).
En fin, señor Arellanos aquí quedo esperando con resignación su siguiente rapapolvo.
DESVENCIJADO.

1 comentario:

  1. Larga vida a César Vidal. Y a los que le escriben los libros .A los que haga falta.Grande.

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